Benjamin Constant
Principios de política aplicables a todos los gobiernos
editado por: Étienne Hofmann
notas de prensa
Principios de política aplicables a todos los gobiernos La Torre del Virrey - España, 9/1/2012
Lecciones de política y moral La Nación - Argentina, 10/12/2011
Los límites en cuestión La Nación - ADN - Argentina, 7/8/2011
título de la nota: Principios de política aplicables a todos los gobiernos
autor de la nota: José Félix Baselga
medio: La Torre del Virrey - España
fecha: 9/1/2012
extracto
El tema de Benjamin Constant fue la libertad. Su obra está traspasada por el desiderátum de preservar la libertad individual frente a las instancias del poder político. Sus dos ensayos más conocidos, y tal vez más importantes junto a su novela Adolphe, el discurso De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos y Principios de política aplicables a todos los gobiernos, la obra magna de 1810 objeto de estas consideraciones, se esclarecen desde una tal intención.
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En la constelación de las ideas políticas de Constant, Principios pretende pues determinar el conjunto de condiciones políticas que hacen posible la libertad de los modernos en el seno de las sociedades postrevolucionarias. El marco conceptual en el que se efectúa tal operación es la distinción clave entre el tipo de libertad que realizó el mundo antiguo y aquella a la que aspira la modernidad encarnada por la Revolución Francesa. [...] Para Constant, la libertad moderna es la libertad individual, la libertad del particular frente a los poderes políticos y sociales; es la libertad negativa. La de los antiguos consiste en el ejercicio colectivo del conjunto de la soberanía a la que quedan sometidos los ritmos todos de la vida de los individuos. Tal consideración de la libertad por parte de los antiguos equivale a la disolución misma del individuo, pues para ellos "el individuo, soberano casi siempre en los asuntos públicos, era un esclavo en todas las cuestiones privadas". En esta complexión para Constant lo determinante era establecer ciertos frenos a fin de impedir que la libertad política invadiera los espacios de la libertad individual, puesto que entendía que la tiranía de la mayoría no por obedecer a una voluntad general estaba de algún modo legitimada y era menos opresora. Dadas estas premisas, no es de extrañar pues que Constant inicie Principios con una discusión que tiene por motivo la noción de voluntad general de Rousseau.
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La desobediencia civil y la resistencia pacífica encuentran en estas últimas páginas de Principios de política un fundamento que, sin duda, adquiere hoy en día gran significación porque aunque el núcleo fundamental de reclamo por parte de numerosos sectores de la sociedad civil lo constituyen los derechos económicos y sociales ajenos a la tradición representada por Constant que han sido objeto de atropello por la marcha de estos últimos tiempos en los que la política ha claudicado sin reservas ante las acometidas de los poderes económicos, no puede dudarse de que su ya cierta caída pone en cuestión las esferas de la libertad negativa, por mucho que éstas permanezcan jurídicamente ancladas. Y si, además, esta invasión de la política y paulatino desmantelamiento del Estado Social de Derecho es propiciada en buena medida por la emergencia de lo que verdaderamente constituye una clase política netamente segregada de la sociedad que formalmente representa cuyos miembros no dudan en jugar con las instituciones y saltarse la legalidad de la que son guardianes, entonces el aviso de Constant contenido en las páginas finales de Principios acerca de que los gobernantes, en toda organización política, "tienen claramente un interés distinto del de los gobernados" lleva hoy a la exigencia de un replanteamiento radical de los fundamentos institucionales y éticos de la democracia.
título de la nota: Lecciones de política y moral
autor de la nota: Silvia Hopenhayn
medio: La Nación - Argentina
fecha: 10/12/2011
extracto
En tiempos preelectorales de discursos en el mejor de los casos empeñados en resultar consistentes, pero más que nada atentos al efecto de la repetición e insistencia, bien vale retornar a los escritores que despuntaron en el siglo XVIII, cuya lucidez y frescura le devuelven a la palabra su estatuto de representatividad. No es fácil que esto suceda. La palabra se desgasta en el abuso de su significado. Pierde peso, se devalúa y hasta se enquista. Es difícil que recupere su libertad de ser dicha de distintas maneras. Esto no es nuevo. No hay gobierno sin lenguaje. Y el lenguaje no es un virus que viene del espacio, como clamaba el escritor beat William Burroughs; es propio y propiciatorio de la condición humana.
Así lo comprendieron pensadores geniales como Rousseau o Voltaire. Pero también, con inusual sutileza, Benjamin Constant, autor de la primera novela romántica Adolfo, y de un modernísimo ensayo, Principios de política aplicables a todos los gobiernos, de 1815, ahora editado por Katz, en excelente traducción de Víctor Goldstein. Ya en las primeras páginas, el autor se refiere al hastío universal de las discusiones políticas de su época, en las que las ideas se apropiaban de algunas palabras, ¡y no las soltaban!: "Cuando ciertas ideas se asociaron con ciertas palabras, por mucho que se repita y demuestre que esa asociación es abusiva, esas palabras reproducidas evocan largo tiempo las mismas ideas. Fue en nombre de la libertad como nos dieron prisiones, cadalsos, vejaciones. Es muy natural que ese nombre, señal de mil medidas odiosas y tiránicas, no sea pronunciado sino con una disposición recelosa y malintencionada". Y continúa con una apreciación retórica: "No sólo los extremos se tocan, sino que se siguen. Una exageración siempre produce la exageración contraria".
Visionario de las pasiones humanas, Benjamin Constant desmenuza cada uno de los sistemas políticos, en relación a la autoridad y los derechos individuales, hasta llegar a las entrañas del poder. "El poder es un flagelo y se lo considera como una conquista... la ira se dirige contra los poseedores del poder y no contra el poder mismo. En vez de destruirlo, se lo desplaza." Por eso uno de los ejes del libro es la limitación del poder y la extensión de la autoridad política, teniendo en cuenta que "los derechos individuales se componen de todo lo que es independiente de la autoridad política". Ubica este afán de libertad, entre la moral y la idea de verdad ("la idea de verdad es un descanso para el espíritu, así como la idea de la moral lo es para el corazón"), y se vale de una aguda frase de Jean Baptiste Say, autor del Tratado de economía política (1804): "La moral debe aprenderse en todas partes y no enseñarse en ninguna". Al mismo tiempo, Constant se permite jugar con las fallas del sistema democrático, hasta incluye la corrupción que la multiplicidad de las leyes introduce en los agentes de autoridad y un "sofisma en favor de la arbitrariedad".
El libro, de casi 600 páginas, es de gozosa y fecunda lectura; muy recomendable como antídoto de campañas partidarias cuyo tufillo publicitario las priva de originalidad discursiva.
título de la nota: Los límites en cuestión
autor de la nota: Cecilia Macón
medio: La Nación - ADN - Argentina
fecha: 7/8/2011
extracto
Al analizar algunos de los textos fundacionales del liberalismo - Ensayo sobre el gobierno civil, de John Locke, o Sobre la libertad, de John Stuart Mill-, se suele señalar que sacan a la luz las tensiones del programa liberal. En el caso de Principios... se trata más bien de mostrar descarnadamente algo que resulta problemático tanto para los detractores como para los defensores del liberalismo: sus propios límites.
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Principios... está escrito con una claridad extrema y con una lógica argumentativa frontal que jamás reduce a su contrincante a una mera caricatura. Es capaz de constituir intriga -como los grandes textos filosóficos- con elementos de la pura abstracción. También, en su propia transparencia, de mostrar los problemas de la construcción teórica. Con argumentos sostenidos en la pasión, como sus novelas, y atravesados por la lucha de conceptos, revela el modo en que la persecución sufrida por su madre, la experiencia avasallante de la Revolución y su propia historia de vida determinan cada una de sus palabras.
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