sobre el autor
datos del libro
índice
fragmento
fe de erratas
obras del autor
obras relacionadas


Buscar en este libro


Natascha Strobl

La nueva derecha

Un análisis del conservadurismo radicalizado


fragmento

Introducción

El tiempo está muriendo. Pronto será enterrado.
En el este ya están haciendo el ataúd.
¿Quieres divertirte con él...? Un cementerio
no es un parque de atracciones.
Erich Kästner

El mundo se ha descarrilado. El estado de emergencia emocional parece haberse convertido en la normalidad. Esta impresión solo se ha visto reforzada por la pandemia, con sus estados de emergencia muy reales, pero las grietas ya estaban ahí antes. Algunas muy finas y apenas perceptibles, otras muy abiertas. Algunos días parece que el mundo, en ambos sentidos de la palabra, se ha vuelto loco. Las cosas ya no encajan.
¿Cómo es posible que los mensajes difundidos por un presidente estadounidense a través de las redes sociales tengan que ir acompañados de una etiqueta de advertencia porque está difundiendo una falsedad sobre el resultado de unas elecciones? ¿Por qué un canciller conservador y su círculo más cercano en Austria adoptan de repente el lenguaje de los identitarios? ¿Qué ha pasado realmente?
Vivimos una época en la que las certezas que durante mucho tiempo se dieron por sentadas se están desvaneciendo. Esto se debe también a una multitud de crisis que se superponen y se refuerzan mutuamente. Las secuelas de la crisis financiera y económica de 2008 están lejos de haber terminado, la crisis climática es una compañera constante y, por último, una crisis sanitaria, la pandemia de coronavirus, paralizó la vida pública primero durante semanas y luego por muchos meses, pero al mismo tiempo, como un acelerador, avivó aún más las desigualdades existentes.
Debido al cambio en los medios de comunicación y a la influencia de las siempre nuevas plataformas de redes sociales, estas crisis se perciben como globales y los acontecimientos políticos se comunican en tiempo real. Esto también ejerce presión sobre la forma hasta ahora válida de hacer política y la comunicación de los partidos. A los medios de comunicación establecidos se han sumado multitud de blogs, revistas online e incluso grandes cuentas individuales en Twitter, Instagram o Facebook, sin editor ni jefe o personal de redacción. La prerrogativa de los periodistas establecidos y reconocidos para informar está disminuyendo. Pero esto también significa que el poder político se está desplazando hacia redes y burbujas difusas. Han surgido comunidades y alianzas en línea que no habrían sido posibles sin los medios sociales. Entre ellas se encuentran nuevos movimientos sociales como Black Lives Matter, #MeToo y el movimiento por el cambio climático. Pero esta dinámica no es exclusiva de la izquierda. En los últimos cinco años, se han formado grandes comunidades online desde la derecha hasta la extrema derecha, o incluso fascistas a ambos lados del Atlántico.
Frente a esta evolución, muchos partidos se mantuvieron en sus antiguas estructuras. Esto se aplica en particular a los partidos que apoyan al Estado, que durante muchos años se consideraron representantes del centro. A la gente le gusta escribir sobre la crisis de la socialdemocracia. Pero los partidos conservadores tienen problemas no menos graves. El ascenso de la Nueva Derecha ha provocado procesos de erosión dentro de los medios conservadores. Ha surgido una enorme presión para hacer frente a este desafío. ¿Debían mantener las distancias con el discurso extraparlamentario de la extrema derecha? ¿O adoptar sus posiciones como propias? En ningún lugar fue esto más evidente en el mundo de habla alemana que en la cuestión de cómo abordar la "crisis de los refugiados" en 2015-2016. Mientras una parte del entorno conservador (tanto dentro como fuera del Parlamento) intentaba encontrar soluciones en consenso con otros actores sociales, otra se radicalizaba y popularizaba sucesivamente posiciones que antes solo se escuchaban en la extrema derecha. Cinco años después, incluso el partido del canciller austríaco, el Partido Popular Austríaco (ÖVP, por sus siglas en alemán), susurra en comunicados de prensa que la inmigración masiva cambiará la situación mayoritaria del país. Esta afirmación recuerda sorprendentemente al mito conspirativo de la "Gran Sustitución" propagado por el movimiento identitario en 2015-2016.
Esta dinámica existe no solo en Europa, sino también en los Estados Unidos. El horror permanente ante las acciones, a menudo inhumanas, de Donald Trump, que logró ser elegido presidente de los Estados Unidos de América en 2016, se convirtió en la norma, y se extendió el cuento de que nadie podía preverlo. Esto no es cierto, por supuesto. Los acontecimientos eran previsibles, y los observadores lúcidos los previeron.
Se trata de un nuevo fenómeno: el conservadurismo radicalizado. ¿Cómo ha conseguido, en tan poco tiempo, transformar el ámbito político y mediático en el que actuamos, pensamos y discutimos? Para aclarar con qué ideologías se relaciona y contra cuáles se demarca, vale la pena echar primero un vistazo al desarrollo del conservadurismo "clásico" y las corrientes afines.

descargar fragmento (51 kb).

 

obras relacionadas


Eva Meijer

Los límites de mi lenguaje

Meditaciones sobre la depresión


Pierre Manent

La ley natural y los derechos humanos


Autores varios

Judith Butler