Sobre Pensar caníbal: "Chaparro analiza exhaustivamente una multiplicidad de evidencias icónicas, etnográficas e históricas presentes en estudios de diversas disciplinas -arqueología, antropología, semiótica, mitología, historia, sociología-, que en conjunto revelan una suerte de constelación americana del canibalismo pre y poshispánico." El Espectador, 01/07/2014
título de la nota: Una indignación que crece en silencio autor de la nota: Javier Auyero medio: La Nación - Argentina fecha: 9/24/2014
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En la Argentina, la discusión pública sobre inseguridad suelen tener como protagonistas a los sectores medios y medio altos. Ellos dominan el discurso sobre la violencia urbana -son quienes más hablan de este tema- porque, supuestamente, serían los que más la sufren. Sin embargo, los que experimentan la victimización con mayor frecuencia son quienes están en lo más bajo del orden social y simbólico; allí, entre los más desposeídos, es donde encontramos la mayor cantidad de homicidios y heridos graves. A ellos, a los habitantes de los márgenes urbanos, no se los suele escuchar hablar públicamente de la inseguridad. Ellos la viven a diario, pero el discurso de la inseguridad pertenece a (es fabricado y manipulado por) otros. Así, la experiencia de la violencia interpersonal (y del miedo a ésta) entre los más pobres se vuelve algo indecible, y el trauma que se vive a diario en los territorios de relegación en los que ellos habitan se torna en una experiencia negada.
título de la nota: Un análisis social desde los márgenes autor de la nota: Diego M. Jiménez medio: La Voz del Pueblo - Argentina fecha: 9/14/2014
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El sociólogo desarrolla trabajos de investigación sobre pobreza, desigualdad y marginalidad urbana. En el diálogo con este diario, evalúa quiénes son "las verdaderas víctimas de la violencia" y cuestiona que este tema se siga abordando con una mirada "exclusivamente policial y carcelaria".
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- Me causa curiosidad las motivaciones por las cuales elegís los márgenes de la sociedad como objeto de estudio y análisis. Primero recorrés el conurbano junto a una maestra para observar el fenómeno del clientelismo, luego abordás cuestiones medioambientales en zonas marginales...
- En realidad todos mis trabajos de investigación están relacionados con lo que se podría llamar la pobreza, la desigualdad y la marginalidad urbana. Desde mi tesis de doctorado que fue sobre clientelismo, de donde surgió el libro La política de los pobres, pasando por el sufrimiento ambiental en Villa Inflamable y, ahora, La violencia en los márgenes, en Ingeniero Budge.
Pero esto tiene que ver con cuestiones biográficas, por mi interés por la política popular, por mi militancia cuando estaba en los primeros años de la universidad, por mi propia historia familiar. Mi padre fue un político de Humanismo y Liberación (Carlos Auyero) que hizo sus primeros pasos trabajando en zonas relegadas. Y en una nota más personal, el libro La violencia en los márgenes, se realizó en el lugar que llamamos Arquitecto Tucci, que es en realidad un seudónimo de un barrio muy conocido del Conurbano y, es allí donde yo me inicié como militante. En realidad María Fernanda Berti, la maestra con la cual hago la investigación, era mi compañera de militancia cuando ella tenía quince años y yo 22.
Por otro lado, ese interés tiene que ver con cuestiones académicas. Siempre me preocuparon temáticas referidas al sufrimiento social, sufrimiento de personas en particular, pero creado por el orden social.
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-Tocás temas de actualidad: el clientelismo político y su dimensión simbólica, por ejemplo...
- Es muy curioso, la investigación acerca de eso fue hace más de quince años. El libro se publicó en el 2001 en la Argentina y ha dado lugar a muchos malentendidos. Justamente porque se mete con ese tema. No se había elaborado en la Argentina un estudio serio sobre el mismo. Pero malentendido justamente porque lo que se le pide al sociólogo es que finalmente diga si esto está bien o está mal. Y no es el trabajo de sociólogos elaborar juicios morales, lo que yo quise hacer era conocer cómo y por qué funcionaba el clientelismo de la manera que funcionaba. Y ahí se me ocurrió, influenciado por la teoría social y de la cultura, que la dimensión simbólica era central para ver porque se perpetuaba el fenómeno del clientelismo. Porque no era sólo justamente "te doy esto a cambio de esto". Había posibilidad de movilidad social, amistad, había reconocimiento.
El clientelismo es un mecanismo de solución de problemas estratégicos para la supervivencia pero también identitario. Cuestiones que son centrales a la hora de pensar esa manera de hacer política, no sólo en las zonas relegadas. En la Universidad de Buenos Aires también hay mecanismos clientelares, por ejemplo -lo demuestra muy bien la tesis de doctorado de Rodrigo Hobert-. Uno construye ciertos objetos y decide investigar ciertos temas.
título de la nota: La violencia en los márgenes autor de la nota: Juan Federico medio: La Voz del Interior - Córdoba - Argentina fecha: 4/27/2014
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El sociólogo Javier Auyero y la maestra María Fernanda Berti se chocaron con una realidad violenta. Sólo así se puede graficar la semilla que tres años después terminaría en La violencia en los márgenes. Una maestra y un sociólogo en el conurbano bonaerense, libro que muestra, desde el campo y la reflexión, cómo los chicos de una escuela del conurbano pobre bonaerense viven expuestos a una cadena de agresiones que aparece con una frecuencia inusitada.
Lejos del enfoque tradicional de estudiar por separado cada una de sus formas (violencia criminal, policial, doméstica, etcétera), el trabajo busca ahondar en cómo cada una de ellas responde a otra, en un concepto de cadena que aporta un enfoque nuevo para estudiar la violencia cotidiana y cada vez más presente en la realidad del país.
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-En este caso, ¿corresponde hablar de la naturalización de la violencia? No parece tan natural porque sigue llamando la atención, a diferencia de otros procesos que, si bien son graves, ya no se tematizan en las conversaciones diarias porque sí están naturalizados.
-Si uno dijera que la violencia es natural, estaríamos diciendo que forma parte de la naturaleza, como el aire. Nadie habla del aire al menos que esté contaminado. No se da por descontada la violencia, está muy normalizada, los chicos hablan muy frecuentemente de ella, no es que no la ven, que no la tematizan. De hecho, hablan y mucho, medio compulsivamente de este tema.
-Pero los tiroteos, las violaciones, las peleas, son temas recurrentes entre los chicos, a diferencia de otros problemas que también existen en la misma zona, como la contaminación, la falta de infraestructura básica, que sí aparece como naturalizada porque no figura en los discursos.
-Los chicos hablan y se quejan del estado de las calles, de la basura, etcétera, pero no parece ser la preocupación primera. A mí me cuesta pensar, y lo discutimos bastante con María Fernanda, antes de preguntarnos si la violencia estaba naturalizada o normalizada. ¿Qué quiere decir esto? Si por normalizado entendemos que la gente no lo habla o no lo nota, la respuesta es categórica: no está normalizada. Pero si por normalizada uno piensa que estar habituado de alguna manera, en lo que se refiere a utilizar, hablar o ser testigo de la violencia de manera frecuente, la respuesta es sí, porque hay una frecuencia alta a los distintos niveles de violencia que hace que se tenga un nivel de relación más habitual al que tengo yo, por ejemplo.
-¿Y esto genera otro mecanismo de reacción ante un episodio violento?
-Creo, y esto no lo tratamos con mucha profundidad en el libro, que la violencia es parte de un repertorio de acción, de una manera de resolver conflictos en ausencia de otras maneras. Así, se utiliza la violencia para disciplinar a un chico, para evitar que este caiga en malas compañías, o para resolver un conflicto con un vecino que quiere avanzar con su medianera sobre mi terreno, o un puestero que quiere avanzar sobre otro en la feria. No quiere decir que esté tomando una posición moral, como algo bueno o malo, sino que esto es así. En Argentina, hace 30 años no era muy normal para hacer un reclamo cortar una calle; hoy sí lo es. Podemos especular por qué se ha consolidado, pero es parte del repertorio de acción colectivo. Insisto: no es una posición moral, sino un hecho social. Me parece que el hecho de que la violencia en algunos barrios marginales sirva para intentar resolver conflictos interpersonales también es un hecho social. Y, en tanto hecho social, hay que explicarlo por sus causas sociales, no se lo puede explicar por la psicología de la gente.
-Y, al ser causas sociales, en su estudio plantean que se trata de un barrio de carencias básicas. ¿Son esas las causas que contribuyen a la violencia?
-Hay una relación muy débil entre pobreza, carencias y violencia. La relación entre violencia y pobreza no es directa, no es que a mayor pobreza mayor violencia. Hay otras causas externas al espacio del barrio marginal que hacen que esa zona se transforme en violenta. Esto implicaría otro nivel de análisis, pero, por ejemplo, los niveles de desigualdad, de informalidad, la forma de intervención del Estado, están relacionados con más violencia. Si el Estado monopoliza el uso legítimo de la fuerza de una manera, independientemente de una mayor o menor pobreza, va a haber una violencia en una zona. Si no logra monopolizarla, hay otra. De hecho, hay zonas en América latina que no son más pobres que otras pero sí tienen un mayor nivel de violencia. No son los niveles de carencia materiales y simbólicos los que determinan el nivel de violencia. En este caso, el de "Arquitecto Tucci" (N. de la R.: nombre de fantasía con el que se denominó el barrio donde se hizo la investigación del libro para preservar las fuentes), así como en muchos casos de zonas marginadas de Argentina, no sufren la violencia por ser carecientes sino por otro conjunto de factores: tiene que ver con la informalidad y también con el avance pronunciado y la localización del tráfico de drogas.
título de la nota: La violencia, instalada en la vida cotidiana autor de la nota: Javier Auyero y María Fernanda Berti medio: Clarín - Argentina fecha: 4/23/2014
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Rubén había desaparecido de su casa hacía ya unos días. Gloria nos cuenta que no lo podían encontrar por ningún lado, hasta que recibieron un mensaje de texto. Era de una vecina que lo había visto en el asentamiento aledaño, "drogándose, con la mala junta". "Lo fuimos a buscar con mi marido, -nos relata Gloria-. Cuando volvimos a casa, lo metí en la bañadera y lo cagué a palos. Usé un palo y le di con todo en la espalda... les juro, no soy una mala madre. Pero ya no sé qué hacer..."
Rubén tiene 17 años, hace algunos ya que abandonó la escuela. Cada tanto cartonea para hacer unos pesos. El dirá que su mamá le pega mucho, pero "lo que no te va a contar es que tuvimos que pagarles 450 pesos a los transas. Eso es lo que (él) les debía, y si no pagaba, me lo iban a matar". En toda América Latina, la violencia afecta desproporcionadamente a quienes viven en lo más bajo de la estructura social.
En los territorios más relegados del subcontinente, donde viven los más pobres, es donde encontramos la mayor cantidad de víctimas y donde las tasas de homicidios son más altas. Son escasas ocasiones en las cuales este dato básico entra en las conversaciones públicas (dominadas como están éstas por el miedo que sienten los sectores medios y altos).
Los debates suelen focalizarse en la violencia pública, que ocurre en las calles, ilustrada en la amenaza que pende sobre Rubén.
Raras veces se habla de esa otra violencia, que ocurre en los hogares, como los golpes que Gloria le da a su hijo.
La historia de Gloria y Rubén, que tristemente se repite con abrumadora frecuencia en los barrios marginados del conurbano, nos dice que las violencias que suelen pensarse como fenómenos separados -violencia pública (en este caso, entre consumidores y transas) y violencia privada (la que ocurre dentro del hogar)- están, en realidad, profundamente conectadas. Es imposible entender la una sin comprender la otra.
Pero la historia nos habla de algo mucho más profundo, de algo que podríamos denominar una "ética popular". Pensemos detenidamente en lo que está ocurriendo en las vidas de esta madre y su hijo. Escuchemos a Gloria con atención.
Ella utiliza la violencia para evitar un mal mayor y, cree al mismo tiempo y sin contradicción, que perpetrar daño físico es ser "mala madre". Durante los muchos meses de investigación que llevamos a cabo en el conurbano, en reiteradas oportunidades y en distintas circunstancias, madres, padres, hijos e hijas nos dijeron que querían vivir en paz, que no querían ver ni ser parte de peleas en sus casas ni en las calles. Contra lo que, por estos días, dicen las opiniones prejuiciosas y estigmatizantes -opiniones con nula evidencia empírica- los pobres no "son violentos", ni tienen "valores" particulares que los disponen a evaluar positivamente la violencia.
La historia de Gloria y Rubén nos demuestra que son las circunstancias en las que ellos viven las que los ponen en una encrucijada. "No sé más qué hacer", dice Gloria. No sabe cómo evitar que a su hijo lo maten por una deuda. Y ejerce la violencia como una forma ética del cuidado parental, una forma de hacer lo que cree correcto.
Ahora bien, lector, nuestra pregunta es esta: si usted estuviese en el lugar de Gloria, con un hijo adicto y amenazado por sus acreedores, con escasísimos recursos para su tratamiento, ¿no haría lo mismo? ¿No agarraría ese palo e intentaría con él velar por su ser más querido? ¿No intentaría lavar y castigar su cuerpo para intentar corregir con ese acto toda la miseria y el sufrimiento que el orden social y político producen a diario?
título de la nota: Entrevista a Javier Auyero autor de la nota: Marcelo Zlotogwiazda medio: Radio del Plata - La vuelta de Zloto - Argentina fecha: 4/1/2014
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Se puede escuchar el audio de esta entrevista aquí.
título de la nota: Justicia por mano propia en calles sin ley autor de la nota: Carolina Arenes medio: La Nación - Argentina fecha: 4/1/2014
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La situación de las barriadas rosarinas -pobreza, exclusión, penetración del narcotráfico, connivencia policial y política con el delito, juventud sin trabajo, estudio ni horizontes, violencia cotidiana, presencia intermitente del Estado- no es exclusividad de esa ciudad santafecina, tierra de socialistas. Que alguien le haga llegar al peronismo que gobierna Buenos Aires un ejemplar de La violencia en los márgenes, el libro en el que Javier Auyero y María Fernanda Berti desnudan los estragos que causan la pobreza y la falta de políticas públicas en el barrio Ingeniero Budge, de Lomas de Zamora, donde la violencia y el delito vinculado a las drogas crecieron exponencialmente en los últimos años. Auyero ha dicho que estos lugares se están convirtiendo en fábricas de violencia y que, en los sectores populares, el mismo Estado que interviene es el que produce delito.
título de la nota: "Es una medida oportuna y necesaria" autor de la nota: Soledad Vallejos medio: Página 12 - Argentina fecha: 1/27/2014
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Los autores de La violencia en los márgenes, la docente María Fernanda Berti y el sociólogo Javier Auyero; el coordinador de igualdad educativa de Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), Roberto Amette; la trabajadora social y vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), Adriana Clemente, y la experta en criminología e integrante del Cepoc (Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos) Claudia Cesaroni dialogaron con Página/12 acerca de a quiénes podría beneficiar el Progresar, en qué contextos llegaría a intervenir y cuáles son los rasgos del universo de jóvenes a los que se dirige.
La docente María Fernanda Berti, coautora junto con Auyero del libro que exploró cómo es convivir cada día con la violencia para chicos del conurbano, primero aclara que no es "experta", pero que los detalles del Progresar le recordaron la investigación que hicieron, y en la que pudieron "ver la etapa de aplicación de la Asignación Universal por Hijo" (AUH). "En lo primero que pensé cuando escuchaba el anuncio era que intenta llegar a algo que la AUH no logró completamente: que los chicos se quedaran en la escuela. En la primaria los chicos se quedan, me parece que incluso más allá de los efectos de la AUH. Pero en la secundaria no. A los chicos más grandes los perdés, más allá de la asignación. Ni siquiera las netbooks que se entregaban pudieron retenerlos."
Berti señala esos detalles que ve en el día a día de la escolaridad, y en los que se cifran las posibilidades de cambiar las condiciones de vida. "Cuando pasan a la secundaria, muchas chicas quedan embarazadas; los chicos trabajan", explica, y arriesga que tal vez no sea lo mismo tener una maestra que conoce las historias de cada uno que un cuerpo de profesores asignado para cada materia, por algo sencillo: no pueden tener la misma cercanía. Sin embargo, las vidas de chicas y chicos se pueden ver en el barrio. Por eso, Berti critica la designación "ni-ni" y la afirmación de que se trata de jóvenes que ni estudian ni trabajan. "Lo detesto. Decir 'ni-ni' invisibiliza lo que pasa. Los pibes laburan, no sabés cómo laburan. La gran mayoría no son pibes chorros, sino que laburan por dos mangos. Tuve alumnos que salían a las 6 de la mañana a vender verdura, nenas que cuidaban a sus hermanitos bebitos porque sus mamás iban a trabajar a talleres de costura, porque en La Salada, que queda cerca, se vende mucho." El paisaje, dice Berti, es complejo. "El trabajo es a largo plazo", agrega, porque son jóvenes "habituados a la violencia, y esa violencia incluye la informalidad, y muchas veces la ilegalidad, que no es lo mismo".
El sociólogo Auyero señaló que "no está mal otro programa de transferencia de dinero, como los que existen en casi todos los países de América latina y que hoy son tan favorecidos y elogiados por el Banco Mundial y otras agencias internacionales". Sin embargo, observó que "el problema es que no se invierte en servicios no mercantilizados, como la salud pública, la educación y la vivienda". Auyero cree que este tipo de programas se encuadra en lo que la economista brasileña Lana Lavinas definió como "bienestar del siglo XXI", es decir, "la tendencia regional de concentrar el gasto social en programas de transferencia de dinero en lugar de expandir los servicios no mercantilizados".
"Estos programas se han convertido en la principal estrategia para lidiar con la pobreza urbana y rural y operan, de acuerdo con Lavina, 'sobre una base residual, como una red de contención frente a las fallas del mercado'." Por ello, cree Auyero, si bien "compensan en algo a los más necesitados", a la vez "están desconectadas de políticas redistributivas más permanentes, elemento constitutivo de cualquier sistema de protección social universalista".
título de la nota: La violencia en los márgenes autor de la nota: Nazaret Castro medio: Le Monde Diplomatique - Argentina fecha: 10/1/2013
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Los sectores medios y altos de la sociedad argentina dominan el discurso de la inseguridad, pero son las clases bajas las víctimas de esa violencia. Esa es la inquietud que lleva a los autores, un sociólogo y una maestra, a analizar los testimonios de la violencia en el barrio de Arquitecto Tucci, junto al Riachuelo. La conclusión apunta a una violencia que, en las villas miseria como en las favelas brasileñas, las comunas colombianas o las inner city estadounidenses, penetra todo el tejido social; sobrepasa el ojo por ojo característico de la violencia criminal callejera para transformarse en una especie de derrame que alcanza a toda la comunidad.
título de la nota: "Los pibes están en riesgo por culpa del mismo Estado que después los institucionaliza" autor de la nota: Enrique de la Calle medio: Agencia Paco Urondo - Argentina fecha: 9/12/2013
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Entrevista con María Fernanda Berti, maestra y coautora junto al sociólogo Javier Auyero del libro La violencia en los márgenes. Se trata de una investigación que aborda la problemática de la violencia a partir de los relatos de chicos de una escuela primaria en el sur del Gran Buenos Aires.
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- ¿Cómo fue su trabajo junto a Javier Auyero en la elaboración del libro? Usted es maestra en "Arquitecto Tucci" (nombre ficticio con el que se refieren al barrio que estudiaron), así que tiene una mirada doble, como investigadora y como persona que vive allí.
- Empecé a trabajar en esta escuela primaria en el 2007, con uno de los grados más chicos. Lo que empiezo a notar es que los chicos hablaban todo el tiempo sobre la cárcel - todos, o la gran mayoría, tiene a un familiar en situación de cárcel, ya sea tíos, padres, madres o el abuelo-, o pasaban situaciones como que alguno se dormía porque el día anterior habían allanado la casa y se habían llevado a los padres. Eso fue lo primero que a mí me empezó a llamar muchísimo la atención. Todavía no lo había contactado a Javier, con quien fui compañera de militancia en el año ‘88.
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- Cuando ves en los medios de comunicación, en los diferentes debates públicos en torno a la inseguridad, cómo se la describe... ¿Se relaciona con tu propia experiencia en torno a ella, con los relatos de los vecinos de tu barrio? ¿Cuánta distancia hay entre un relato y tu experiencia?
- Nosotros partimos de la hipótesis de que la inseguridad, el discurso, está apropiado por la clase media, la clase media alta, que es la que quiere la baja de la edad de imputabilidad, que es la que le gusta ver a la Gendarmería - "Arquitecto Tucci" está lleno de gendarmes - le gusta ver la policía, la Bonaerense, la municipal. Lo que empezamos a notar (en las entrevistas, cuando visitamos los hospitales) es que los muertos de la inseguridad los ponen los sectores más pobres. Y la gente, cuando vos hablás con los vecinos, con las mamás, con los chicos de los grados más grandes y le pedis qué quieren para el barrio, qué le pedirían al intendente, a la Presidenta, piden seguridad.
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- La última pregunta: ¿Qué rol cumple la escuela en todo este contexto?
- Eso me lo preguntan siempre, pero está muy bien. La escuela hace lo que puede, pero es parte del Estado, es una de las instituciones del Estado, creo yo, que mejor funciona porque abrimos todos los días. Y las mamás y algunos papás, también, vienen acá a pedir ayuda. Muchas veces viene una mamá que necesita ir, no sé si conocés un poco la zona sur, a la Comisaría de la Mujer, que está en Temperley, es decir, se tiene que tomar dos colectivos. Porque en la comisaría del barrio no le toman la denuncia. Entonces la directora o nosotras sacamos plata de nuestros bolsillos para que pueda tomarse un remis. Eso hace la escuela, cumple el rol que puede. Con respecto a lo pedagógico, esa es otra historia.
título de la nota: La violencia en los barrios pobres autor de la nota: Enrique de la Calle medio: Agencia Paco Urondo - Argentina fecha: 9/11/2013
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Primera parte de la entrevista con el sociólogo Javier Auyero, coautor junto a María Fernanda Berti del libro La violencia en los márgenes. En el trabajo investigan lo que ocurre en un barrio de la periferia del Gran Buenos Aires. Apuntes para reflexionar sobre la inseguridad.
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- La primera pregunta tiene que ver con el objetivo del libro, ¿Qué aspectos de la realidad quisieron trabajar?
- Nosotros empezamos la investigación en la zona que en el libro llamamos Arquitecto Rucci con una idea muy distinta a lo que terminó siendo el libro. Es un libro que intenta describir y en parte explicar la forma que adquiere la violencia en una zona periférica. El origen de la investigación fue un intento de replicar el estudio que yo había hecho en Villa Inflamable que fue publicado hace unos años sobre el sufrimiento ambiental, sobre gente que está viviendo en lugares contaminados. Y lo queríamos hacer en una zona donde no fuera tan evidente el foco de contaminación como sí lo es en Dock Sud. Pero a poco de empezar la investigación el tema de los distintos tipos de violencia que afectaban a la población, a mí y a mi coautora (Fernanda Berti) nos empezó a llamar mucho la atención. A mí en particular porque es una zona que conozco hace más de dos décadas.
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- Si compara lo que vieron ustedes ahora y lo que recuerda de su paso anterior por el barrio como militante. ¿Nota cambios radicales? ¿Cuál es el tamaño de las transformaciones que se dieron?
- Hace una semana estaba leyendo (gracias a un investigador que está trabajando en la zona) un documento que redactaron las organizaciones sociales en el año ’82, es un documento tipeado a máquina. En él describen los principales problemas y las principales demandas que estas organizaciones sociales, en esta zona periférica de Lomas de Zamora, tenían en el año ’82. Eran básicamente lo que se llaman necesidades infraestructurales: falta de luz, pavimento, agua, en un contexto de lenta reestructuración organizativa de los sectores populares. El tema de la violencia, más allá del contexto altamente represivo de la dictadura, no estamos hablando de la violencia estatal, el tema de la violencia interpersonal no aparece. Mucho menos aparece el tema de la prisionización de la población. Esos dos: el tema del crecimiento de la violencia interpersonal y el tema de la prisionización, son los dos temas que a mí me parecen que indican un cambio fundamental en esta zona.
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- Uno de los conceptos fuertes del libro es el de la violencia como cadena. ¿Podría resumirlo?
- En los Estado Unidos se suele pensar que la violencia, o sea la perpetración de un daño físico, cuando ocurre en el contexto del hogar se la llama violencia doméstica. Cuando ocurre de un hombre a una mujer en la esfera pública o en la calle la podemos llamar violencia sexual, cuando ocurre entre un tipo que intenta robar a alguien se la llama violencia criminal y cuando ocurre entre transas se la llama violencia vinculada a las drogas. Lo que nosotros vimos, en los testimonios, en las entrevistas, en los episodios que pudimos reconstruir, es que en realidad, estas formas de violencia no pueden pensarse de manera separada, están vinculadas unas con otras. Un chico que vende drogas le deja de pagar al transa y entonces el transa lo va a visitar a la casa y no solo lo amenaza a él sino a la mamá y a la hermana; entonces el padrastro, o la mamá, por consecuencia de haber traído al transa o haber involucrado al transa en el hogar, después le pega al pibe y el pibe se agarra a trompadas con el hermano.
En realidad, es una cadena de violencia. Muchas de estas cadenas llegan, en algunos casos, hasta la policía; entonces, me parece que para comprender mejor el uso, el carácter y la forma de la violencia en esta periferia es mejor pensarlo como una cadena. La imagen de la cadena, por otra parte, es una imagen que utilizan los propios vecinos en un sentido distinto, pero que ven cómo las formas están vinculadas.
título de la nota: Entender la violencia autor de la nota: Ricardo Carpena medio: Revista Vida Nueva - Cono Sur - Argentina fecha: 9/1/2013
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Un flagelo imparable. Un problema que cuesta solucionar. Uno de los males contemporáneos que ni los 30 años de democracia lograron superar. La inseguridad puede tener muchísimas definiciones, pero nunca, hasta ahora, tuvo una real solución. ¿Será porque se la aborda con las recetas de siempre? ¿O porque pocos se tomaron el trabajo de entender la trama de violencia que explica tantos casos de inseguridad?
Javier Auyero, un sociólogo argentino radicado en Estados Unidos, donde es profesor en la Universidad de Texas, aporta una mirada distinta sobre este transitado tema en La violencia en los márgenes, su último libro, escrito junto con la maestra María Fernanda Berti. Allí, como parte de una investigación de campo que duró tres años, ambos entrevistaron a habitantes de Ingeniero Budge, un barrio humilde ubicado el sur del conurbano bonaerense, y demuestran cómo los distintos tipos de violencia se encadenan, formando un cuadro que obliga a repensar la forma de estudiar y de solucionar la inseguridad.
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- ¿Qué son estas cadenas de violencia de las que habla el libro?
- Lo que quisimos hacer en el libro fue concentrarnos en los distintos usos y formas de la violencia. Mucha aparece como en otros lados, como una interacción violenta, como un daño interpersonal físico. Pero empezamos a ver que algunas de esas interacciones que tenían a la violencia como mediadora estaban conectadas. Entonces, la idea de cadena es una imagen casi literal de cómo una forma conduce a la otra y que esas formas de violencia, en realidad, a veces, migran de un ámbito público hacia uno privado, de una interacción entre un transa y un consumidor, entre una mamá y un hijo, entre dos personas a una interacción entre grupos. No toda la violencia adquiere esta forma encadenada, pero quisimos hacer eje allí porque nos pareció lo más sorprendente y, además, novedoso para cómo se trata la violencia entre quienes estudian esos temas.
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- Usted habló de un ocultamiento de este tipo de violencia. ¿Es adrede? ¿Hay una mirada determinada sobre la violencia que afecta más a otras clases sociales que a los más pobres?
- Ahí operan dinámicas de la propia violencia, del campo político, periodístico, que quieren que alguien necesariamente planifique esto. Se termina hablando más de ciertas violencias. Desde hace semanas en Buenos Aires se habla de un caso paradigmático de una chica en particular, Ángeles Rawson. No es un tema menor, pero la semana anterior a ese crimen fue asesinado un vecino de Budge y sólo apareció en una nota en un periódico local. Y durante el último año, registrados en medios locales, hubo en ese lugar casi una docena y media de asesinatos, sobre los cuales la televisión no habla. Son dinámicas que se interceptan, parten del campo periodístico, parten del campo político, y que hacen que ciertas violencias adquieran más visibilidad porque venden más...
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- Usted tiene una mirada más tolerante hacia el papel de los punteros como enlaces entre el Estado y los sectores más pobres. ¿En este caso funcionan los punteros o también están ausentes en este encadenamiento de la violencia cotidiana?
- Quiero ser cuidadoso con esto porque es una buena pregunta y yo mismo me la hice en más de una oportunidad por haber estudiado la presencia de estos sectores en el mundo popular. Tuvimos un abordaje muy inductivo, casi fenomenológico del tema, que era cómo aparecía la violencia en los relatos, en las entrevistas, y ver si aparecía, por ejemplo, un puntero mediando en un conflicto o como perpetrador de mayor cantidad de violencia. Un puntero podría haber aparecido siendo árbitro de un conflicto y la violencia decrecería. Entonces, un vecino que no tiene cómo resolver un problema con otro, recurre al puntero. Eso podría ser un ejemplo, pero no tuvimos casos. O un puntero podría aparecer, como dicen en el barrio, como "el poronga pesado del barrio", el que monopoliza algo de la violencia y él es el que la ejecuta. Tampoco aparece. Entonces hay punteros, hay formas más mediadas de relacionarse con el Estado, pero, en nuestros datos, aparecen como caminos paralelos que no se juntan, no tienen incidencia.
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- De las tantas cosas que surgen del libro, lo que es muy impactante son todos los testimonios de los chicos. ¿Qué efectos produce esta familiaridad con la violencia?
- Es una pregunta que nos develó y nos sigue preocupando por las propias limitaciones de la investigación. No es un trabajo longitudinal, digamos, en el sentido de que no sé si será posible volver a estos chicos dentro de diez años. Toda la literatura que ha hecho este tipo de estudios más basadas en un abordaje cuantitativo del tema, te hablan de efectos en la autoestima, altos niveles de ansiedad, convivencia con el miedo, etc., etc., lo que los demógrafos llaman el "largo brazo de la infancia": las condiciones en las que uno crece en la infancia, en más de un sentido determinan no sólo como uno va a vivir la vida adulta sino hasta a qué edad va a morir. Esto lo reflexionamos mucho con Fernanda: no quisimos construir un argumento del cual carecemos de evidencias, y mucho menos hacer formular una hipótesis porque es problemático, es muy arriesgado y es políticamente peligroso, en el sentido de que puede terminar reproduciendo miradas sobre los más desposeídos muy tremendas. Sin embargo, es difícil salir intacto de allí. Para usar una imagen problemática, si efectivamente vivir en estos territorios relegados con alta exposición a la violencia es un campo minado, por supuesto que hay gente que va a salir ilesa, pero hay otra que no. Hay un sinnúmero de factores que va a determinar quién sale un poco más indemne que otro. El solo decir "salir de allí" es también problemático: la enorme mayoría no sale, se queda viviendo y va a vivir su adultez allí.
título de la nota: Un hombre común autor de la nota: Beatriz Sarlo medio: La Nación - Argentina fecha: 8/6/2013
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El nuevo político, en cambio, se presenta como un gerenciador de la sociedad que, según esta teoría, tiene deseos casi unánimes y las mismas soluciones tanto en Ingeniero Budge como en La Salada. Quien quiera tener una idea de estas regiones cercanas podrá leer La violencia en los márgenes, de Javier Auyero y María Fernanda Berti, donde se muestra el contenido específico de la palabra "seguridad" en los barrios donde viven hoy los pobres [...].
título de la nota: Un desastre social autor de la nota: Rogelio Demarchi medio: La Voz del Interior - Córdoba - Argentina fecha: 8/5/2013
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En Argentina, hay muchos lugares en los que vivir es una experiencia harto traumática por el nivel y la variedad de violencia que se registran.
Son áreas a las que Javier Auyero y María Fernanda Berti, autores de La violencia en los márgenes. Una maestra y un sociólogo en el conurbano bonaerense (Katz, 2013), denominan "territorios de relegación urbana". La "relegación" señala al verbo relegar, que no sólo significar apartar o posponer, sino también, por un procedimiento de la antigua Roma, desterrar.
Auyero y Berti investigaron durante casi tres años cómo se vive en un barrio pobre, apartado de la sociedad y completamente atravesado por la violencia, hasta el punto que sus distintas formas -asaltos, enfrentamientos entre bandas o con la policía, violencia sexual, violencia doméstica, etcétera- se vinculan y alcanzan a todos los miembros de la comunidad, sean adultos, jóvenes o niños, lo que se torna evidente cuando se observa qué "hacen, piensan y sienten sobre las violencias".
título de la nota: Javier Auyero: "En los sectores populares, el mismo Estado que interviene es el que está produciendo delito" autor de la nota: Astrid Pikielny medio: La Nación - Enfoques - Argentina fecha: 7/21/2013
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¿Cómo se vive y se muere hoy en el conurbano bonaerense más empobrecido? ¿Por qué la cárcel se ha convertido en una institución de la vida cotidiana de los sectores populares? ¿Es posible salir indemne de una vida marcada por violencias múltiples y muertes brutales, ausentes de las grandes discusiones públicas?
Éstas son algunas de las preguntas que se formula el sociólogo Javier Auyero a partir de La violencia en los márgenes (Katz Ediciones), un ensayo escrito en coautoría con la maestra María Fernanda Berti que les demandó varios años de investigación, durante los cuales recolectaron testimonios de alumnos, médicos y habitantes de Ingeniero Budge.
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- ¿Qué transformaciones advierte en el conurbano bonaerense en estas dos últimas décadas?
- Hay dos procesos y fenómenos significativos en estos veinte años: la cárcel y la violencia. Por un lado, y a diferencia de hace 25 años, la cárcel es hoy una institución de la vida cotidiana de los pobres. Hace 25 años era muy difícil encontrar a alguien que te hablara de la cárcel o que tuviera un familiar preso. Hoy, un tercio de los alumnos del lugar que investigamos tiene un familiar más o menos cercano que está preso, o que acaba de salir de la cárcel, o que está siendo procesado para entrar. Eso genera al interior de los sectores populares prácticas que tienen que ver no sólo con la crianza de los hijos -cuando la mamá y el papá no están en el hogar, muchas veces es la abuela la que los cría-, sino también con rutinas: cada vez que hay algo de dinero van a la cárcel a visitar a los familiares para llevarles mercadería. Por el otro, y relacionado con esto, es un universo más violento en ciertas violencias que uno puede registrar y en otras sigue siendo tan violento como antes.
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- ¿A qué atribuye el crecimiento de la violencia y el cambio de las modalidades de la violencia?
- Esto tiene que ver con los niveles de desigualdad y con una enorme informalización de la economía. Estamos viendo los efectos de la gran transformación neoliberal que ocurre en la Argentina a mediados de los setenta. Esto no se explica por causas de hace dos años o por lo que ocurre en 2001. Esto es lo que Karl Polanyi llamó "la gran transformación", que desproletarizó un sinnúmero de personas e informalizó la economía. Se sabe que a mayor informalidad, mayor cantidad de violencia, porque se remueven los mecanismos formales de mediación de conflictos. Además, estos lugares se transforman en espacios de fraccionamiento, almacenamiento y distribución de drogas ilícitas.
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- ¿Y de qué manera impacta la droga en las nuevas formas de violencia?
- La economía de las drogas es un arma de doble filo: por un lado, sostiene redes económicas y, por el otro y al mismo tiempo, las destruye. La violencia que genera el comercio de drogas no tiene que ver con un chico que drogado va y mata a alguien. Esto ocurre, pero no es la mayor violencia que el comercio ilícito de drogas provoca. La economía ilícita de las drogas genera violencia porque no hay un mecanismo de resolución de conflictos. Uno no puede ir al ombusdman a decirle: "Mire, me vendió bicarbonato de sodio, o fulano se fumó el resto". En esa economía informal que es ilícita, los mecanismos de mediación son las venganzas, las represalias y el ojo por ojo.
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- Si se entiende la resiliencia como la capacidad para atravesar y superar crisis y traumas, ¿hay resiliencia posible en estos sectores?
- Me cuesta mucho pensar que se pueda salir indemne. Es difícil pensar y comparar la vida de ese chico con la del de clase media que nunca vio un cadáver en la puerta de su casa, porque estos chicos ya han visto y ven muertos, heridos o alguien sangrando, algo que mis sobrinos, por ejemplo, no han visto nunca. Eso deja marcas psicológicas en la manera de relacionarse y de mirar el mundo. También es cierto que la gente no está pasiva frente a la violencia. Las madres ponen candados y atan a los hijos para que no se droguen, pero también pegan a los hijos y reaccionan con violencia frente a un intento de violación. Entonces, por un lado hay respuestas que reproducen esa violencia y por el otro hay respuestas de ciertos núcleos que quieren actuar y atisbos de organización colectiva.
título de la nota: "El Estado debe paliar los efectos más terribles de la macroeconomía" autor de la nota: Federico Carestia medio: Miradas al Sur - Argentina fecha: 7/21/2013
extracto
El sociólogo Javier Auyero es docente universitario en los Estados Unidos desde 1997, pero jamás perdió su contacto vivo con su tierra natal, la Argentina. Etnógrafo por vocación, dedica sus trabajos a investigar mayoritariamente la situación político-social de los sectores marginados en Latinoamérica. El 21 de junio pasado, un poco sorprendido por la repercusión mediática, presentó su último libro: La violencia en los márgenes, realizado en conjunto con la docente María Fernanda Berti, en el cual trata los casos de agresión que ocurren producto del encadenamiento entre las perpetraciones sufridas, tanto dentro como fuera del hogar, en Arquitecto Tucci, un barrio del conurbano.
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- La noción de "cadena de violencia" es explicada en el libro por un estudiante de la escuela, que enumera: "La calle, juntas, droga, cárcel, muerte", ¿es lo que entienden ustedes? ¿Los chicos y el barrio tenían noción de esa cadena que nombran?
- Creo que la gente usa el término de una manera diferente a la nuestra: vos te juntás con mala gente, robás, vas preso. Nuestra manera de verla es como formas de violencia que han sido tradicionalmente estudiadas por separado, por ejemplo la que ocurre adentro del hogar y la que sucede afuera, en realidad están conectadas. Y eso es algo que no vimos en un principio. Nos contaban de un episodio entre dos vendedores de droga en la calle y después una pelea en el hogar; una disputa entre vecinos y después una violación. No sabíamos qué era lo que pasaba en el medio. Fue un poco de trabajo de detective y empezar a conectar esas secuencias, que en realidad ya estaban conectadas, y, de ahí, la noción de "cadena".
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- Teniendo en cuenta que habla de estigmas en los sectores populares, ¿qué lugar cree que tienen las villas en los medios?
- Las siguen presentando de una manera muy potente como lugares de donde sólo salen perpetradores; la imagen del pibe chorro villero. Son sitios que no sólo son privados materialmente, sino simbólicamente; no controlan las representaciones que otros tienen de ellos, por algo son subalternos. Uno no tiene más que sobrevolar la discusión pública sobre seguridad y se da cuenta que la inseguridad es la de los sectores medios. Creo que son conscientes de la visión que se tiene de ellos. Crean mecanismos de resistencia, como la cumbia, de inversión del estigma como arma de lucha, de decir: "Soy villero y qué".
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- En relación con los planes sociales y el rol del Estado, ¿qué diferencias ve al contrastar la situación actual con la época previa a 2001?
- Hay diferencias muy importantes. En primer lugar, a mediados de los '90, en los sectores más bajos de la escala social no se veía tanta presencia del Estado en términos de programas sociales. Pero tampoco en su faz punitiva, como por ejemplo la cárcel. Hoy uno ve que el Estado está muy presente, aunque no siempre de la manera que a mí me gustaría. Se ve la AUH, las nuevas salas de primeros auxilios, los hospitales (a los que también se los ve sin los elementos básicos), escuelas (algunas muy degradadas). Pero también la cárcel se ve todos los días.
título de la nota: La ley absurda que nadie respeta autor de la nota: Guillermo Monti medio: La Gaceta - Tucumán - Argentina fecha: 7/19/2013
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Lo que falta son políticas eficaces, capaces de penetrar en ese Tucumán real, vasto y profundo en el que la violencia institucionalizada se ríe en la cara de la ley de las 4AM. Javier Auyero (sociólogo) y María Fernanda Berti (maestra) escribieron un libro imprescindible para comprender el fenómeno. Se llama La violencia en los márgenes, y es el fruto de una investigación de tres años en el sur del conurbano bonaerense. Afirman Auyero y Berti: "Quienes escuchan una historia sobre un familiar preso son los mismos que hablan de las 'cascaritas' que dejan las balas, los que tocan las marcas que deja una bala alojada en una pierna de otro, los que escuchan una historia sobre (o son testigos directos de) la muerte de un adolescente el día de su cumpleaños, o los que narran que el día anterior un familiar (o con menos frecuencia un desconocido) quiso violar a una adolescente vecina. Para ellos, los tiroteos y las muertes (y también la cárcel) tienen un carácter ordinario, consuetudinario (...) La vida de estos niños y niñas está permeada por la violencia tanto interpersonal como estatal. En este sentido, podríamos decir que ambas constituyen una moneda corriente en la vida diaria de los niños y adolescentes del barrio".
Así se (sobre)vive en Tucumán, en la infinidad de territorios en los que las organizaciones sociales pelean contra los estómagos vacíos, contra los transas y contra el aparato político. Si uno de los serios problemas que afronta la Argentina pasa por los cientos de miles de pibes que no estudian ni trabajan, se cae de maduro que el único remedio es incluirlos en el tejido social. Y para eso hay que transformarlo y transformarnos.
título de la nota: Escenas de la vida violenta en las márgenes urbanas autor de la nota: Martina Menzio medio: Clarín - Revista Ñ - Argentina fecha: 7/16/2013
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La pareja -que conjuga teoría y práctica- muestra por estos días sus reflexiones en el recién publicado La violencia en los márgenes. Una maestra y un sociólogo en el conurbano bonaerense (Katz Editores), un diario etnográfico escrito a partir de las voces de los alumnos de tercero, cuarto y sexto grado, que expone el sufrimiento de los que están en lo más bajo de la estructura sociosimbólica e indaga en las subjetividades de los chicos de la marginalidad. Temas que el sociólogo, licenciado por la Universidad de Buenos Aires pero residente en EE.UU. desde hace más de dos décadas, retomó junto a Berti en una charla con Ñ .
- Una de las conclusiones del estudio es que los distintos tipos de violencia se concatenan irremediablemente...
Auyero: Sí, a pesar de que desde las ciencias sociales siempre se estudió a las distintas formas de violencia (callejera, sexual, de género, etcétera) de manera fragmentada o balcanizada éstas están vinculadas y todas juntas sacuden a los sectores populares. Se puede usar la imagen de una cadena o de un derrame de petróleo que lo tiñe todo para figurar esta sustancialidad. La otra novedad a la que pudimos arribar es que los crímenes y hechos delictivos en el barrio crecieron exponencialmente en las últimos veinte años, como consecuencia de la gran transformación neoliberal que comenzó a mediados de los 70. Además, podemos decir que es una violencia que se ejerce de manera horizontal, entre los mismos marginales. Lo que denota una situación de mucha inseguridad existencial: de no saber si vas a estar mañana, no solamente porque te pueden matar sino porque podés ir preso.
Berti: Por eso, a nosotros nos interesó recalcar que si bien el discurso de la inseguridad es apropiado por las clases medias y altas, son ellos los que más la sufren.
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- En Arquitecto Tucci conviven tres formas urbanas distintas: villas, asentamientos y barrios obreros, ¿es posible rastrear diferencias en la manera en la que es vivenciada la violencia?
Berti: no, no las hay, aunque sí ciertas recurrencias como el encierro. En los cuidados a la hora de salir y volver al hogar o preferir no hacerlo.
Auyero: Algo que es históricamente cierto en todos los barrios del Conurbano. Hace treinta o cuarenta años entre las casas había alambrado, en la medida en que la violencia aumenta se construyen paredes y más paredes, y lo que tenés al final de ese proceso es un túnel. Un túnel que genera una zona más peligrosa. Esto aplica a la ciudad: si todo el mundo se fortifica, el espacio público se transforma en un sitio peligroso.
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- Por último, ¿cuáles creen que pueden ser para estos chicos las consecuencias de crecer en cotidianidades tan hostiles?
Auyero: es difícil de predecir porque no fue nuestro trabajo pero existen una gran cantidad de estudios del campo de la psicología y de psicología comunitaria que aseguran que a mayor nivel de exposición a la violencia, los niños y adolescentes tienen problemas cognitivos, afectivos o de ansiedad.
Berti: yo no fui a buscar estas historias tan duras que narramos en este libro, aparecieron: porque la violencia atraviesa toda su vida, su trabajo, el trabajo de sus papás, sus fines de semana. Está presente cuando juegan, cuando almuerzan, cuando estudian o comen. Quizá la pregunta sea: ¿se puede salir ileso?
título de la nota: La informalización y las drogas, causa de violencia sistémica autor de la nota: Pablo E. Chacón medio: Télam - Argentina fecha: 7/11/2013
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-Télam: El conurbano ha sido para vos una tierra de estudios desde hace tiempo. ¿Qué cambios notaste en las relaciones sociales durante los últimos años?
-Auyero: Creo que un cambio muy importante es la multiplicación de distintas formas de violencia -la vinculada a las drogas, pero también a otras formas de criminalidad-, junto a la persistencia de formas menos visibles pero igualmente perniciosas como la violencia intrafamiliar y la violencia de género.
Al mismo tiempo, y seguramente vinculado con esto, lo que yo percibo como cambio importante es la creciente presencia de la prisión como una institución más en la vida cotidiana de los sectores populares -algo que, creo, no era tan relevante hace dos décadas.
-T: El supuesto crecimiento de la violencia no tiene una causa única. ¿Cuál es tu hipótesis al respecto?
-A: La multiplicidad de las formas de violencia obedece a multiples causas, pero creo que dos fundamentales -y relacionadas- tienen que ver con la creciente informalización y con la expansión del mercado de drogas ilícitas. La economía de las drogas genera violencia sistémica.
No creo que sea un "supuesto" el aumento de la violencia (en Ingeniero Budge, la tasa de homicidios se incrementó en 780 por ciento entre el 2002 y el 2007, cuando el crecimiento demográfico fue mucho menor).
Uno no tiene más que visitar las salas de emergencia de los hospitales públicos del conurbano para darse cuenta inmediatamente que los más destituidos viven en un mundo más violento.
título de la nota: Más droga, más crimen autor de la nota: Alfredo Leuco medio: Radio Continental - Bravo.Continental - Argentina fecha: 7/11/2013
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En su imperdible libro titulado La violencia en los márgenes, un estudio riguroso de campo de tres años, que hizo con la docente María Fernanda Berti se prueba y se comprueba, se verifica y se certifica lo que el sentido común había anticipado: la droga es el gran enemigo a vencer si queremos derrotar a los delincuentes. La droga multiplicó la cantidad de robos y asesinatos y la crueldad de esos crímenes. No solo por su impacto farmacológico, es decir no solo porque a los pibes marginales les quema la cabeza y no saben lo que hacen. No solo por eso creen que la vida de los demás no vale nada porque la de ellos no vale nada. El carácter destructor de los lazos sociales de la droga es por la pelea entre los "transas", los que comercian ese veneno llamado paco, cocaína o marihuana. En medio de esas batallas por quien se queda con la comisión de las ventas o en que lugar distribuye cada uno, es que se producen la mayor cantidad de tiroteos y muertes con armas de fuego.
título de la nota: Vivir al margen autor de la nota: Adriana Amado medio: www.hipercritico.com - Argentina fecha: 7/2/2013
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En su afán de abrazar las causas populares, ciertos grupos caen en la tentación de idealizar la pobreza, o sentir que están más cerca de las masas cuando amenizan los actos oficiales con el arte povera de los percusionistas de "El choque". Más allá de la mirada edulcorada, para una parte de la sociedad el pobre es el miedo, el otro, el villero, el piquetero, el pibe chorro, el hijo del paco, con lo que la cruel condición social adiciona el estigma de la marginalidad y el crimen. Los funcionarios, entre tanto, concluyen que esa inseguridad es una sensación y algunos intelectuales solo hablan de la violencia simbólica, operación que permite a ambos concentrar la responsabilidad en los medios y acusar de actitudes oligárquicas a los que se enrejan en sus casas para convivir con el terror de la pobreza.
Frente a esas simplificaciones, el libro de Javier Auyero y María Fernanda Berti nos viene a contar que la violencia en los suburbios es otra cosa. Es una cadena de violencia "cuando unos transas entran por la fuerza a una casa, apuntan a la cara de la madre de un adicto y reclaman un pago, sin tener en cuenta la presencia de niños y niñas que son testigos del despliegue de armas y empujones, y cuando esa misma madre amenaza con ‘romperle los dedos’ a su hijo (o le pega hasta ‘ver salirle sangre de la cara’, o llama a la policía, a la que sospecha involucrada en el tráfico, para que ‘se lo lleve preso porque ya no sé más qué hacer con él’) para evitar que robe objetos de la casa". Es también una experiencia cotidiana para los que viven en una periferia que es a la vez cercana pero olvidada porque es la violencia -usual (en el sentido de comúnmente practicada) y aprendida- como única forma posible de convivencia. La violencia además es estructural porque es privación y sufrimiento creados por el funcionamientode estructuras o instituciones sociales. O su deficiencia.
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Pocas veces un libro de sociología profunda exuda tanto amor de los investigadores por su objeto de estudio, tanto cuidado por los testimonios, tanta prudencia por no lastimar a nadie con las conclusiones. Saben que se trata de algo frágil, delicado, a pesar de esa envoltura horrenda y temeraria que tiene la violencia cotidianizada. Entienden, porque Berti es una docente que la vive a diario y Auyero es un cientista social que la estudia hace mucho. Ven porque los dos miran desde afuera: María Fernanda desde el confín de la ciudad que no se ve desde los despachos; Javier desde la distancia de la academia central, que da método y rigor en un campo que localmente viene demasiado ensayado. Juntos supieron despiojar amorosamente las múltiples cabelleras de esa Hydra que devora el buen vivir de tantos conciudadanos, tan hedionda como los vahos del Riachuelo que los asfixian. Y no dejan de recordarnos en cada página que no hay una única causa, que no se mata el monstruo aplastando solo algunas de sus cabezas, ni alcanzan los paliativos del Estado intermitente (ni ausente del todo, ni del todo presente) para apaciguar a la fiera.
título de la nota: Cuando la "década ganada" no deja rastros autor de la nota: Federico Poore medio: Ámbito Financiero - Argentina fecha: 6/28/2013
extracto La violencia en los márgenes, el último trabajo de Javier Auyero -escrito junto con la docente María Fernanda Berti-, se propone oxigenar el debate en torno de la inseguridad urbana en la provincia de Buenos Aires. El subtítulo del libro -"una maestra y un sociólogo en el conurbano bonaerense"- revela su proceso de labor: tres años de trabajo de campo en Ingeniero Budge (al que piadosamente bautizan como "Arquitecto Tucci"), un barrio de 170 mil habitantes en la ribera del Riachuelo, partido de Lomas de Zamora, que ilustra la violencia creciente en los márgenes sociales, acaso una de las caras negadas de la "década ganada".
Dos argumentos se refuerzan a lo largo de sus páginas. Primero: que los sectores más marginalizados de la sociedad argentina viven, constantemente, en peligro. Así dicho puede sonar a perogrullada, pero cobra relevancia porque se apoya en datos concretos y testimonios de calidad en un país en el que no abundan las estadísticas confiables y en el que últimamente se utilizan estudios sociales como lanzas para dañar al adversario. Segundo: que esta violencia cotidiana no sólo es causada por violencias previas (estructurales, institucionales), tal como lo demuestra la literatura académica, sino que además se da de manera horizontal. "Buena parte de la violencia que sacude a barrios pobres como Arquitecto Tucci sigue la lógica de la Ley del Talión: se ejerce como represalia, como respuesta, frente a una ofensa previa", explica ante Viernes Auyero, quien se desempeña como profesor de Sociología en la Universidad de Texas y ha publicado obras fundamentales como La política de los pobres, un estudio sobre redes clientelares, y La zona gris, sobre los saqueos de diciembre de 2001. "La violencia se vuelve así un saber establecido, un know-how para lidiar con las dificultades de la vida cotidiana".
título de la nota: "No están seguros ni en su propia casa" autor de la nota: Ailín Bullentini medio: Página 12 - Argentina fecha: 6/24/2013
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Se conocieron hace más de 20 años militando en una zona del conurbano. Ahora ella es docente en la misma zona y él, sociólogo en la Universidad de Austin, Texas. Juntos se propusieron desentrañar el funcionamiento de las cadenas de violencia en esos barrios populares, y el resultado fue el libro La violencia en los márgenes, que tiene poco que ver con lo que usualmente se lee sobre inseguridad.
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- La violencia en los márgenes apunta a describir el ejercicio de violencia interpersonal, desde la microestructura de un barrio popular como lo es el de Arquitecto Tucci, en el conurbano bonaerense. ¿A qué se debió este enfoque?
J. A.: - Es un recorte analítico que hicimos. Consideramos necesario contar los vínculos de violencia entre las personas como un paso previo a la explicación de que aquellos están causados por el orden social, por la presencia intermitente, selectiva y contradictoria del Estado en esos territorios. Creemos que si no aislábamos esas relaciones de la macroestructura, si a todo llamábamos violencia sin más, después no podíamos entender finalmente cuáles son los alcances profundos de la desigualdad.
M. F. B.: - Tuvo que ver con la necesidad de la gente de contar lo que les pasa todos los días. Primero los nenes, que contaban esto todos los días; después salimos de la escuela y nos encontramos con lo mismo. La necesidad de las personas de hablar de lo que están pasando.
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- En un segmento del libro reconocen el peligro de que las historias que cuentan sirvan para sumar a la estigmatización de los habitantes de los barrios populares. ¿Por qué decidieron correr el riesgo?
J. A.: - Contamos historias fuertes, y dejamos muchas otras afuera porque nos parecía demasiado. Decidimos contar estas cuestiones con el compromiso de contarlas bien, justamente para evitar que sean mal utilizadas tras ser leídas. Para nosotros, ese "contarlas bien" significó contextualizar a fondo. Contar que una mamá le rompió dos dedos a su hijo, pero no dejarlo en el aire, sino contextualizar la historia lo más que se pueda. ¿Por qué lo hizo? Y en el porqué está el cómo: ¿cómo suceden esas cosas? Gracias a las notas y las entrevistas que hicieron Fernanda y Agustín (Burbaro de Lara) logramos sumar contexto más contexto más contexto a las situaciones. El gran contexto estructural es el de la miseria, la desigualdad, la violencia estatal. Pero luego hay microcontextos: cómo fue, qué pasó, qué vino después. No vamos a evitar que la gente lo lea mal -eso está en cada lector-, pero sí proveerle las herramientas para que entienda que esa violencia viene de algún lado.
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- ¿Confían en que el libro ayude a deconstruir el discurso de inseguridad impartido tan fuertemente por los medios de comunicación masivos en el que los pobres son sólo victimarios de la violencia que sufren las clases medias y altas?
M. F. B.: - Debatimos mucho el cómo contar todo esto. Javier siempre me pedía, mientras hacíamos el libro, que le contara alguna vez una linda historia. Pero nunca lo logré. Pedía que apareciera algún caso que negativizara aquello que estábamos contando, alguien a quien no le pase nada. No pudimos encontrarlo. Quisimos remarcar con el libro que en las familias de esos barrios como el de Arquitecto Tucci la muerte se sufre tanto como en cualquier otro lado; que los chicos les tienen miedo a los tiros, a los robos, a que sus padres estén lejos, en una celda; que las personas piden lo mismo que la clase media -aquellos apropiadores del discurso de la inseguridad- y, sobre todo, que la vida se festeja. La discusión del cómo, para ellos, se obtiene más seguridad es una discusión que llega después. Muchos nenes plantean: queremos más armas. Bueno, hay que entender que casi todos en esas familias tienen armas. Cuando me dicen eso, siempre les pregunto por qué sus papás tienen armas. "Para defendernos", me responden. El libro está escrito para que pueda entenderse de esta manera.
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- ¿Dejan secuelas en las personas estas prácticas de violencia en las relaciones? ¿Se puede hablar de una cadena interminable?
J. A.: - En el libro decimos que estas violencias no tienen un carácter liberador. En su libro Los condenados de la tierra, (Frantz) Fanon plantea que la violencia del oprimido es redentora y esa manera de entender la cuestión tiñó muchos estudios sobre el tema. Nosotros queríamos verlo de otro modo: esta violencia, la que contamos en el libro, la que pasa en Arquitecto Tucci, no libera. Hay un abordaje populista hacia los sectores populares que los caracteriza de resistentes, que los describe como que siempre están sobreponiéndose y que la violencia estructural y el orden social, la injusticia y la opresión no les deja marcas, que el futuro es de ellos. A nosotros nos cuesta pensar que alguien pueda salir intacto de allí, que esta violencia no deje marcas. Si alguien puede probar, como también últimamente se busca instalar desde cierta corriente, que la enorme cantidad de violencia se concentra en la que ejercerían los pobres contra los ricos, podríamos darle cabida al argumento que plantea que los pibes chorros son los que tienen en sus manos la revolución que cambiará el sistema. Lo que estamos contando nosotros aquí es que la violencia la cometen ellos contra ellos mismos, contra iguales.
M. F. B.: - ...y que una de las cosas por las que no interesa es por eso: porque se matan a ellos mismos. Una de las cuestiones que hicimos mientras escribíamos el libro fue chequear en qué medios salían publicadas las muertes que los chicos nos contaban. Poco y nada.
J. A.: - De todas maneras, decir que la violencia deja marcas no quiere decir que todos los que nacen y viven en estos barrios vayan a salir delincuentes, asesinos. Decimos que el ambiente genera una relación de cierta familiaridad con ciertas práctica violentas. Si crecés en un ambiente cargado de plomo, de benceno, de sustancias tóxicas, no vas a vivir la misma cantidad de años que si crecés en uno libre de esos elementos. Ahora, si uno quiere por cuestiones populistas decir "no, son invencibles, no les va a hacer nada, resistirán", está bien. Pero eso no resiste ningún análisis empírico serio. Lo que el libro trae no son buenas noticias.
título de la nota: Presentación del libro La violencia en los márgenes autor de la nota: medio: www.sociales.uba.ar - Argentina fecha: 6/24/2013
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El jueves 13 de junio se realizó la presentación del libro La violencia en los márgenes de los profesores Javier Auyero y María Fernanda Berti, libro que aborda desde una perspectiva etnográfica los usos y las formas que adquiere la violencia interpersonal en el conurbano bonaerense.
La mesa, organizada por la materia Sociología General -cátedra Rubinich- de la carrera de Sociología, estuvo integrada por los autores y moderada por el profesor Lucas Rubinich quien destacó la experiencia de campo registrada por Auyero y Berti como fundamental para la tarea del sociólogo: "La experiencia en la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, la gran tradición de la sociología argentina, es producir conocimiento tratando de pensar en la construcción de datos, en la intervención directa de los investigadores en esta sociedad concreta".
En su exposición, Auyero, hizo un recorrido sobre la estrategia narrativa, los soportes metodológicos y analíticos que intervinieron y dieron como resultado este libro. "Yo como sociológo y ella como maestra hicimos un trabajo etnográfico, en el sentido más básico del término. Es decir, la violencia en tiempo y espacio real. Fernanda, durante más de dos años registró todo lo que sus alumnos hablaban en la escuela. En esto se difiere de otros estudios de violencias que le preguntan a la gente qué piensan sobre la violencia. Fernanda rara vez preguntaba a sus alumnos qué pensaban, ella los escuchaba".
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En tanto, Berti destacó que La violencia en los márgenes intenta en parte desplazar de la conversación el eje seguridad/inseguridad, discusión que, según la autora, es dominada hoy por el "miedo" de las clases medias y sectores altos de la sociedad: "Es a ellos a quienes les hablan los medios sobre la inseguridad pero en realidad las víctimas de las violencias se encuentran en los sectores más vulnerables. Es allí donde están las tasas más altas de homicidios".
"Exponemos en el libro algo que por múltiples causas está siendo negado constantemente: el sufrimiento de quienes viven en los sectores más bajos de la estructura social", finalizó la profesora para luego abrir el espacio a las preguntas de los presentes.
título de la nota: La violencia que depreda autor de la nota: Martín Granovsky medio: Página 12 - Argentina fecha: 6/22/2013
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Con que el lector avance en las páginas del libro La violencia en los márgenes que acaba de publicar Katz Editores, se dará cuenta por sí mismo de la postura ética y política de los autores. Luego de leer esta pequeña obra de 174 páginas sobre la violencia en Arquitecto Tucci, un barrio de 170 mil personas junto al Riachuelo, está claro que trabajaron, que literalmente se metieron en el barro, que buscaron datos y los mostraron de manera evidente, que hicieron descubrimientos y que, a la vez, se permitieron la conjetura y el espíritu provisional que distingue a los buenos observadores.
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En la experiencia de Fernanda, la maestra, no hace falta que provoque a los alumnos para hablar de la violencia cotidiana. El tema aparece en conversaciones o dibujos sobre tiroteos, cicatrices, robos, armas, calibres, vainas, peleas callejeras y frecuentes situaciones carcelarias de un familiar. Cuando Fernanda lee, aludiendo a la Revolución de Mayo, que el rey de España había sido apresado en Francia, Carlos interrumpe: "Mi tío también está preso... no sé por qué, creo que fue por robar". Al pedido de la maestra para que los chicos digan a qué le tienen miedo, la mayoría de las cosas tiene que ver con la violencia que los rodea: pasos en el techo, ratas, tiros, gritos cuando roban, gatillo-cargador, tormenta, cuando roban y queman los autos y explotan.
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Cuidadosos, Auyero y Berti aclaran en el epílogo que la violencia mostrada no es precisamente liberadora. "Es, más bien, una confirmación de la idea de que el lugar donde viven es un espacio 'otro', estigmatizado y estigmatizante, peligroso y relegado en el sentido literal del término: un lugar apartado y subordinado."
Un margen que, se ve muy claramente tras leer el libro, no está al margen de nada. Los márgenes están adentro, bien adentro.
título de la nota: Entrevista a Javier Auyero autor de la nota: Claudio Villarruel y Bernarda Llorente medio: Radio Del Plata - Detrás de lo que vemos - Argentina fecha: 6/19/2013
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Se puede escuchar el audio de esta entrevista aquí.
título de la nota: "La violencia en los márgenes" autor de la nota: Cecilia Bona y Hernán Daicich medio: Radio Frencuencia Zero - Código de barras - Argentina fecha: 6/19/2013
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Javier Auyero, sociólogo y co-autor del libro, afirmó en Código de barras que se intenta dar un debate frente a los discursos dominantes que desplazaron el tema de la violencia como si ésta fuese sufrida sólo por los sectores medios o altos.
Se puede escuchar el audio de esta entrevista aquí.
título de la nota: Entrevista a Javier Auyero autor de la nota: Pablo Caruso y Tali Goldman medio: Radio Madre - Mañana madre - Argentina fecha: 6/17/2013
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título de la nota: "Nos desvela saber si las marcas que deja la violencia sostenida son o no indelebles" autor de la nota: Claudia Rafael medio: El Popular - Argentina fecha: 6/16/2013
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La investigación está centrada en Arquitecto Tucci, nombre ficcional que le pusieron al barrio lindero a la feria La Salada, de Lomas de Zamora. Un sociólogo y una maestra del Conurbano estudiaron allí las cadenas de violencia. ¿Es posible salir intacto? El rol del Estado, los sueños de los chicos y el permanente estímulo de las violencias en la vida cotidiana. Javier Auyero en entrevista con este Diario.
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- ¿Cómo se va construyendo la identidad en la infancia en entramados sociales en donde se está permanentemente rodeado de violencia?
- Algo que nos desvela todavía es esta idea de si es posible salir intacto de ese mundo. Si las marcas que deja la constante y sostenida violencia son o no son indelebles. Lo que los demógrafos llaman "el largo brazo de la infancia". Cuánto queda de esas marcas, de ese estar rodeado de violencia, de ese ver un muerto en la calle cuando uno tiene 8 años, de estar asediado en la casa por golpes o por intentos de abuso. Esto le pone el tono a la vida pública del barrio de una manera que todo el mundo sabe lo que está sucediendo. Entonces, cuáles son las marcas de identidad... son muy profundas y lo que hace es que uno aprenda a convivir con la violencia. Y no sólo a convivir, sino que aprenda a utilizar la violencia para resolver problemas de disciplinamiento para con los hijos, para resolver conflictos con un vecino... y eso no quiere decir que valore la violencia. No estamos diciendo que se trate de sectores que no la condenen. Estoy diciendo que en un contexto de una presencia muy intermitente, segmentada y muy contradictoria del Estado y en un contexto de alta informalización y con alto tráfico de drogas, la violencia aparece como una manera de resolver conflictos. Y en ese sentido me parece que ésa es la marca de identidad. Entendiendo identidad por cómo la gente se entiende a sí misma. Y entenderse a sí misma y ordenar prácticas a partir de ese entendimiento está muy marcada también por cómo es identificado por los otros. Y el estigma que pesa sobre esos lugares es muy fuerte.
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- ¿Cómo aparece el concepto de poder?
- Creo que como todos universos sociales, están atravesados por redes de poder. Y en esto, lo que juega la violencia es para resolver esos conflictos de poder entre generaciones, padres con hijos; poder entre géneros; de transas entre sí, o entre el transa y el consumidor porque éste dejó de pagar; o entre el consumidor convertido entre pequeño transa y el transa mayor. Son todas relaciones atravesadas por el poder. Es una violencia por relaciones de poder al interior del espacio relegado. No es una violencia liberadora, sino que la están perpetrando entre ellos.
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- La llegada de la asignación por hijo marca mejoras en los ingresos de muchas familias, pero no puede romper con la marginación y el deterioro que significa. ¿Cómo analiza el impacto?
- No analizamos el impacto de programas sociales a lo largo de la última década. Sin embargo, hicimos el ejercicio de ver, porque nos interesaba en general observar cómo la gente resolvía sus problemas cotidianos, cuál era el impacto de la asignación por hijo en el presupuesto de la gente. Antes del último aumento, veíamos que cubría más o menos una semana del presupuesto de una familia. Para que la asignación tenga impactos -sean positivos de reintegración o impactos negativos de quienes están en contra y creen que desalienta el trabajo, sobre lo que no hay ninguna evidencia empírica ni en la Argentina ni en ninguna parte del mundo- debería ser mucho mayor. Entonces, mi sensación y no quiero trivializar una discusión que hay que dar, es que me parece que no hay que sobredimensionar los efectos de un programa que cubre necesidades básicas muy importantes, pero que no se le puede pedir más a esa cantidad. Y sobre el crecimiento de la violencia no vimos ningún impacto. No aparece en las historias como algo relevante. La presencia del Estado aparece de otra manera. Aparece en la forma de un hospital, recogiendo efectos de la violencia o aparece en su faz punitiva, produciendo la violencia o reprimiéndola. Eso no quiere decir que no tenga un impacto en la vida de esta gente. No hay que sobredimensionar efectos que pueda tener. Es muy arriesgado hablar de efectos sobre la matrícula cuando nadie podría pensar que este programa con esa cantidad de dinero lo podría tener. O sobre el mercado de trabajo.
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- Uno lee el libro, observa estas realidades, lo escucha describirlas y se queda con la sensación de que es algo así como estar sentados sobre una especie de polvorín. ¿O acaso es tan grande la desazón que no hay fuerzas para reaccionar?
- La idea de polvorín sería que es algo a punto de estallar. Y yo creo que estalla todos los días. No es que todos los días muere alguien. Pero no sería muy arriesgado pensar que o todos los días muere alguien, o todos los días le pegan brutalmente a una mujer, o todos los días castigan brutalmente a un chico, o todos los días alguien se agarra en la calle de los pelos. Entonces la idea de un polvorín que eventualmente va a estallar, como imagen en realidad no representa bien lo que efectivamente está sucediendo. No es que está a punto de estallar, sino que es un campo minado sobre el que la gente camina todos los días y todos los días vuela algo por los aires. Vos hablabas de desazón y el nuestro es un libro que no tiene mucha luz al final del túnel. Sin embargo, creo que los intentos más recientes de hacer de esta violencia por parte de la misma gente de la zona un objeto de lucha política o de organizarse alrededor de episodios de violencia, harían pensar que, a pesar del miedo que, como dicen los vecinos paraliza, uno podría tener cierta esperanza. Ahora que estoy en la Argentina estuve pensando en que una esperanza sería que se genere algo parecido al movimiento de derechos humanos. En un contexto de mucho temor, de mucha fragmentación y que justamente hasta las imágenes son parecidas. Y es algo que digo mientras pienso en voz alta. La imagen de las madres del barrio buscando a sus hijos perdidos, consumidos por drogas, a la noche, que no saben dónde están, con miedo de que alguien los mate... ésa fue la imagen que me hizo pensar, si uno quiere buscar y encontrar una luz al final del túnel, puede estar en la posibilidad de un movimiento moderado alrededor de la lucha de derechos humanos.
título de la nota: Entrevista a Javier Auyero autor de la nota: Mona Moncalvillo medio: Radio Nacional - Núcleo duro - Argentina fecha: 6/15/2013
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título de la nota: Entrevista a Javier Auyero autor de la nota: Eduardo Lazzari, Guillermo Ariza, Daniel Muchnik, Luis Rappoport y Damián Toschi medio: Radio Ciudad - Viejos vinagres - Argentina fecha: 6/15/2013
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título de la nota: Vivir y morir en los barrios marginales del Gran Buenos Aires autor de la nota: Omar Genovese medio: Perfil - El Observador fecha: 6/15/2013
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Un diálogo con Javier Auyero y María Fernanda Berti, autores de un libro estremecedor sobre la violencia en las barriadas pobres a pocos kilómetros de la Capital, en tiempos de inclusión.
Javier Auyero es profesor de Sociología en la Universidad de Texas, Austin. Es autor de los libros La política de los pobres, Vidas beligerantes, La zona gris, y junto a Débora Swistun de Inflamable, estudio del sufrimiento ambiental. María Fernanda Berti es docente y trabaja en una escuela primaria del barrio marginal Ingeniero Tucci, lindero a la feria La Salada. Durante cuatro años relevaron los relatos de los alumnos de Fernanda en una investigación que se extendió a los hogares y al barrio mismo. Esto es lo que dicen.
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- Noto dos trabajos en el libro. Uno, el del sociólogo, y otro el tuyo, como docente, en el cual recopilaste de tus alumnos el relato de las situaciones de violencia, y que pudo ser una carga.
Berti: Es, pero no tanto. Primero, esa diferenciación formal existe, pero compartimos análisis y trabajo de campo. Respecto de la angustia, yo siempre digo que no vivo en Ingeniero Tucci, que me voy a mi casa, el dolor no es mío y es del otro. Claro que nos angustiábamos, pero es algo que intenté tener claro: lo que estoy narrando es el dolor del otro.
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- A mí me sorprende que recién en la página 80 aparezca el término "dignidad".
Auyero: Hay una corriente de análisis que habla del ejercicio de la violencia como búsqueda del respeto, de la dignidad. No es lo que primó en el análisis porque no encontramos ese sentido. Yo estoy de acuerdo con Fernanda, me acerqué a Ingeniero Tucci sin pensar en escribir un libro sobre violencia. La intención era replicar el estudio que realicé en Villa Inflamable. Y fue tal la sorpresa que demostró que no estábamos preparados para comprender, porque por oficio y formación nosotros no somos "violentólogos".
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- La socióloga Ana Wortman refiere estos grupos desvalidos como "ignorados, invisibles", y a mí se me ocurre que son "los omitidos", no los encontrás en ningún lado, están fuera del margen.
Auyero: En este país, el discurso de la seguridad está dominado por el de la inseguridad que sufre, siente y habla la clase media. En realidad (y esto no es un juicio de valor por la inseguridad que pueda sentir la clase media), la más grande inseguridad está en aquellos barrios donde existe la mayor tasa de homicidios y de heridos. Y en un sentido muy modesto queremos que de esto se hable, se converse. Por eso es una intervención. No se trata de la angustia de una maestra, sino de la de una población desprotegida. En relación con el tema de la negación, es justamente ése el rol que debe tener el intelectual: develar.
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Auyero: En una conferencia en Washington termino de presentar el libro con lecturas de algunas partes, y alguien con una posición identificada políticamente me interroga: ¿por qué hablar de esto justamente ahora en un momento en el que hay inclusión social en la Argentina? Y mi respuesta fue más bien sencilla: ¿por qué no? Si esto existe. Si ése es nuestro rol. ¿Hemos perdido nuestra capacidad crítica? Si para eso estamos.
- Bueno, hay un gran problema con la capacidad crítica de los intelectuales oficialistas.
Auyero: A mí nunca me gusta hacer tomas de posición respecto del lugar que debe ocupar un intelectual. La toma de posición es ésta (señala el libro sobre la mesa), nosotros no vamos a decir "en esto deberían estar las ciencias sociales". La gente se llena la boca hablando de ciencias sociales interdisciplinarias, o que comuniquen con el público en general, o que colaboren. Yo no voy a escribir un tratado de colaboración, ésta es la muestra, un sociólogo que colabora con una maestra.
título de la nota: Entrevista a Javier Auyero autor de la nota: Martín Granovsky medio: Radio América - Por simple curiosidad - Argentina fecha: 6/12/2013
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título de la nota: "Las cárceles son fábricas de violencia" autor de la nota: María O'Donnell medio: Radio Continental - La Vuelta - Argentina fecha: 6/12/2013
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De visita en Continental, el escritor y sociólogo Javier Auyero, habló de su último libro La violencia en los márgenes.
título de la nota: La violencia encadenada, diálogo con Javier Auyero autor de la nota: medio: Radio Palermo - Fuera de Agenda - Argentina fecha: 6/11/2013
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La violencia de género, la violencia familiar, la violencia policial, la violencia criminal están conectadas entre sí. Así lo plantea Javier Auyero, el sociólogo que junto a la maestra María Fernanda Berti, escribió La violencia en los márgenes, un texto duro pero revelador sobre cómo se vive en un barrio como Arquitecto Tucci, cerca del Riachuelo, al sur de la provincia de Buenos Aires. "Con la alta frecuencia que tiene la violencia en estos sectores es aventurado pensar que alguien pueda salir intacto de allí", concluye Auyero.
título de la nota: "La violencia define la vida de los pobres" autor de la nota: Lucía Álvarez medio: Tiempo Argentino - Argentina fecha: 5/19/2013
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Con la maestra María Fernanda Berti, estudiaron en un barrio del Conurbano la otra cara de la inseguridad.
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"Creo que si tomo como parámetro de comparación mi primer trabajo intensivo, en Villa Jardín, donde la gente hablaba de los pibes de la esquina que fumaban porro, a hoy, veinte años más tarde, el panorama es muy distinto. A diferencia de lo que sucedía un cuarto de siglo atrás, hoy la violencia permea y define la vida de los sectores populares. Tomando datos objetivos, estadísticos, y subjetivos, me quedan muy pocas dudas de que estos barrios son más violentos de lo que eran. Los chicos, adolescentes y adultos hablan casi compulsivamente de esta experiencia. No de un asalto, sino uno seguido de un tiro, de un cuchillazo, y muchas veces seguido de muerte."
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- ¿Los sectores populares no estuvieron desde siempre más expuestos a la violencia?
- Estamos hablando de más violencia, y en términos generales, de una nueva naturaleza de esta violencia. Antes, nos referíamos a la violencia del Estado, que hoy no ha desaparecido, pero que ahora vemos interactuando con otras formas que están concatenadas. Tenés violencia doméstica, con un marido que le pega a una mujer; sexual, con un tío que abusa de sus sobrinas; y una violencia que ocurre públicamente en asaltos, tiroteos y homicidios. Primero detectamos la frecuencia, y luego, comenzamos a hacer un trabajo de detectives, para ver cómo se conectaban entre sí. Porque veíamos que el dealer podía ser violento con un cliente, pero cuando iba a la casa, la mamá lo encadenaba y le pegaba para que no consuma. Esto quiere decir que este tipo de violencias que pensamos como fenómenos aislados, en algunos casos, están interconectadas.
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- En el libro hablan de una balcanización de las Ciencias Sociales para abordar la violencia, ¿también se puede hablar de una balcanización de las políticas públicas?
- La violencia está encadenada y la solución tiene que ser integral. Eso es lo que se desprende del libro. No podemos seguir tratando la adicción como un problema y la violencia doméstica como otro. En los efectos, la política pública está balcanizada.
título de la nota: En mi barrio no está quedando ni uno autor de la nota: medio: Anfibia - Argentina fecha: 4/19/2013
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Desde hace tres años, el sociólogo Javier Auyero y la maestra de escuela primaria Fernanda Berti vienen entrevistando alumnos, maestras y vecinos de Arquitecto Tucci, un barrio caliente del conurbano bonaerense. En la investigación, descubrieron que la violencia no se restringe al "ojo por ojo" sino que se expande, se parece a una cadena que contamina otras prácticas sociales. Adelanto del libro publicado por el académico argentino radicado en Estados Unidos, publicado por la editorial Katz.
título de la nota: "La violencia entre los más pobres está negada, es invisible" autor de la nota: Ricardo Cárpena medio: Clarín - Zona - Argentina fecha: 1/20/2013
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Altas tasas de homicidios, violencia doméstica y adicciones diseñan el mapa hostil del conurbano, para el que la política sólo tiene respuestas punitivas, dice este especialista.
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- En una charla que tuvimos a fines de 2011, usted me dijo: "Si lo miro desde los lugares en donde estamos haciendo los trabajos de campo, no hay paz social. Lo que hay es mucha violencia contenida dentro de esos terrenos altamente segregados." No sólo por los saqueos suena muy actual. ¿Sigue siendo así?
- En América latina en general, y en la Argentina en particular, las discusiones públicas sobre seguridad, entre comillas, suelen tener como protagonistas a sectores medios y medios altos. Ellos son quienes dominan el discurso sobre la violencia urbana, los que más preocupados están porque supuestamente son quienes más la sufren. Pero quienes experimentan la victimización con mayor frecuencia son los que están en lo más bajo del orden social. Entre los más desposeídos es donde no se encuentra paz social y donde, en realidad, existe la mayor cantidad de homicidios y de heridos graves. Si compara Lomas de Zamora con Vicente López -dos municipios con desiguales niveles de ingresos- va a ver que la tasa de homicidios es tres veces más alta en Lomas de Zamora. En Ingeniero Budge, donde hicimos el trabajo de campo, viven unas 160.000 personas. Allí las tasas de homicidio son iguales a las de Sudáfrica o Trinidad y Tobago. Esa gente no controla el discurso de la paz social, no habla sobre este tema ni nadie habla de ellos. Quienes están en lo más bajo son los que viven a diario esta despacificación social, pero son quienes menos manejan el discurso sobre seguridad. Así, la experiencia de la violencia interpersonal entre los más pobres se vuelve invisible.
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- [...] Tenemos a la Gendarmería viviendo en barrios populares y, además, la cárcel. Hay Asignación Universal por Hijo, pero existe un tratamiento punitivo de la pobreza. Si no, que me expliquen por qué los gendarmes están cada vez más en los barrios del conurbano, transformándolos en una especie de condón urbano para que los pobres no se salgan de la vaina.
- ...¿Condón?
- Al conurbano se lo puede pensar como un condón, con la Gendarmería alrededor, para que los pobres no se esparzan. Así se militariza la marginalidad urbana.
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- ¿Qué se propone con este libro? Va a incomodar a mucha gente...
- Que se hable del trauma, de la violencia. No sólo de la que toca a los sectores medios, sino también de la que afecta a quienes más la sufren. Estamos frente a algo que no sólo está afectando hoy a sectores marginales y pobres, sino que tiene consecuencias de mediano y largo plazo. Crecer entre las balas, como dice un graffiti que está a la vuelta de la escuela donde hicimos el trabajo de campo ("entre balas he crecido y entre chorros me he criado"), tiene consecuencias de mediano y largo plazo que son muy peligrosas. Si no empezamos a tratarlas hoy, en un par de años será demasiado tarde.
título de la nota: Cómo entender por qué un cuaderno se mancha de sangre autor de la nota: medio: Clarín - Zona - Argentina fecha: 1/20/2013
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Podría suponerse que para un sociólogo con la piel curtida en temas duros, como Javier Auyero, una investigación como la del libro Cadenas de violencia [sic] fue una más de una larga serie. Pero el sociólogo admite que éste fue un trabajo muy distinto. "Por problemas logísticos, lo hice en colaboración con María Fernanda Berti, una maestra de Ingeniero Budge. Fue mi investigación más integral y hasta ahora, la más difícil: no estaba preparado para ver lo que vimos y para escuchar lo que escuchamos. No estaba académicamente preparado para entender esa multiplicidad de formas de violencia. Creo entender la violencia colectiva, los episodios de saqueos y los conflictos étnicos, pero me costaba entender, no sólo interpretar, lo que nos contaban a diario los alumnos de Fernanda. Por qué un cuaderno manchado de sangre podía ser de un chico al que el papá le pegaba para que hiciera la tarea. O cómo un alumno de 13 años podía distinguir una pistola 9 milímetros de una de calibre 22 o 45 porque a veces acompañaba a su tío a robar. Fueron dos años y medio de trabajo de campo, pero implicó tres años y medio de lectura que sigo haciendo en forma frenética para tratar de entender, por ejemplo, la dinámica de una violación o qué les pasa a los chicos que hablan de las cicatrices que dejan las balas. Fue un trabajo muy demandante."