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Seyla Benhabib
Las reivindicaciones de la cultura
Igualdad y diversidad en la era global
notas de prensa
"Las leyes de discriminación positiva son necesarias" Levante. El Mercantil Valenciano - España, 11/9/2010
Seyla Benhabib, honoris causa de la Universidad de Valencia www.mujeresycia.com - España, 11/9/2010
Universitat de València inviste a la feminista Seyla Benhabib honoris causa ABC - España, 11/6/2010
Universalidad (o no) El Mundo - España, 1/12/2008
Modernidad y feminismo El País - España, 8/26/2006
Diversa igualdad La Nación - Argentina, 6/4/2006
título de la nota: "Las leyes de discriminación positiva son necesarias"
autor de la nota: Maite Ducajú Valencia
medio: Levante. El Mercantil Valenciano - España
fecha: 11/9/2010
extracto
La pensadora feminista Seyla Benhabib (Estambul, 1950), aseguró ayer que en "determinados momentos, sí son necesarias las leyes de discriminación positiva" y destacó, en declaraciones a los medios de comunicación tras ser investida como doctora honoris causa por la Universitat de València, "la relación que existe entre violencia de género y la frustración socioeconómica" en periodos de crisis porque "la violencia crece con la frustración y la desigualdad" indicó.
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La profesora Campillo recordó que Benhabib en polémicas como las del velo, "argumenta que las tradiciones culturales pueden ser compatibles con un modelo deliberativo de democracia, mientras no se violan tres condiciones: reciprocidad igualitaria, autoadscripción voluntaria y libertad de salida y asociación". El rector de la Universitat, Esteban Morcillo, destacó "la radical contemporaneidad" del pensamiento de la homenajeada.
título de la nota: Seyla Benhabib, honoris causa de la Universidad de Valencia
autor de la nota:
medio: www.mujeresycia.com - España
fecha: 11/9/2010
extracto
Seyla Benhabib es profesora de filosofía política en Yale, y su mayor aporte es combinar los postulados de la Escuela de Francfort con la teoría feminista. Ahora, ha sido investida como nueva doctora honoris causa de la Universidad de Valencia.
título de la nota: Universitat de València inviste a la feminista Seyla Benhabib honoris causa
autor de la nota:
medio: ABC - España
fecha: 11/6/2010
extracto
La pensadora feminista Seyla Benhabib será investida el próximo lunes como nueva doctora honoris causa de la Universitat de València, según han informado fuentes de esta institución académica a través de un comunicado de prensa.
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Es autora de libros fundamentales para la teoría y práctica feminista y de la ética y la filosofía política contemporáneas, como Teoría feminista y teoría crítica, Las reivindicaciones de la cultura. Igualdad y diversidad en la era global o El derecho de los otros. Extranjeros, ciudadanos y residentes.
título de la nota: Universalidad (o no)
autor de la nota: Patxi Lanceros
medio: El Mundo - España
fecha: 1/12/2008
extracto
Rigurosa en el argumento, en la destreza del pensamiento abstracto, Seyla Benhabib no es ni ajena a los contextos ni hostil a los ejemplos. En este libro da buena muestra de atención hacia los primeros y de usos de los segundos. Los contextos vienen dados por los dilemas de la ciudadanía, el incremento de las corrientes migratorias, la composición multicultural de las unidades políticas y los problemas que de todo ello se derivan.
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En un mundo cada vez más globalizado en algunos aspectos y cada vez más fragmentado en otros, los temas que han ocupado el pensamiento de Seyla Benhabib ganan cada vez más protagonismo. Y la voz de la filósofa norteamericana es, sin duda, una de las que, al respecto, hay que escuchar.
título de la nota: Modernidad y feminismo
autor de la nota: Manuel Cruz
medio: El País - España
fecha: 8/26/2006
extracto
Seyla Benhabib es una gran pensadora contemporánea, profesora de filosofía política en Yale, cuya mayor aportación ha sido combinar los postulados de la Escuela de Francfort con la teoría feminista. Apenas conocida en España, dos ensayos suyos se publican ahora: Las reivindicaciones de la cultura y El ser y el otro en la ética contemporánea.
Los editores son como son. Pero la obvia tautología -que de ordinario se utiliza a modo de reproche encubierto, cuando no, directamente, de pequeña maldad- debe ser entendida en este caso, por el contrario, como un elogio sin reservas. Sendos editores se animan a publicar a una autora, Seyla Benhabib, que hace tiempo debería ser conocida por los lectores en lengua castellana del modo en que lo es en otros países europeos de nuestro entorno, como Alemania, Italia o Francia (donde sus textos se ven puntualmente traducidos), o sea, como una de las voces más importantes y originales en el campo de la teoría social y política contemporáneas, de acuerdo con el acertado juicio de Richard J. Bernstein.
Aunque nunca es tarde si la dicha es buena. Aparecen en España, casi simultáneamente, dos libros de esta pensadora: Las reivindicaciones de la cultura y El ser y el otro en la ética contemporánea. Del primero (y más reciente) hay que decir que se publica iniciando el catálogo de un nuevo sello (Katz Editores), que, por lo que llevamos visto, ofrece algo que debería ser habitual en el mundo editorial pero que, desafortunadamente, ha terminado por convertirse en raro, a saber, un criterio. Harry Frankfurt, Marta Nussbaum, Roberto Esposito o Cornelius Castoriadis, entre otros, acompañan a Benhabib en la parrilla de salida. Pero, además de criterio, la compañía acredita la voluntad, por parte de los promotores, de recuperar un aspecto que siempre acompañó a la tarea de hacer libros. Me refiero a la voluntad de crear gusto (en este caso, gusto filosófico, si se me permite la expresión).
Las reivindicaciones de la cultura sin duda contribuirá a tal efecto. En sus páginas se pasa revista a algunos de los problemas con los que la autora viene batallando desde hace tiempo (de hecho, desde que elaborara su tesis doctoral, dedicada a la filosofía del derecho de Hegel). Su perseverancia teórica en elaborar un punto de vista situado a medio camino entre el universalismo moral de inspiración habermasiana y el particularismo ético se modula en este texto a través de la incorporación de las mejores críticas procedentes (además del feminismo) del multiculturalismo. En modo alguno debe interpretarse dicha incorporación como un abandono de las posiciones originarias de Benhabib, especialmente por lo que hace al comunitarismo, del que nunca ha dejado de manifestarse en contra. Para ella no existe un "derecho básico" al multiculturalismo o a la diversidad. El matiz a introducir es éste: la diversidad cultural, la multiplicidad lingüística, son aspectos de la autonomía humana en los niveles individual y colectivo.
Por su parte, El ser y el otro en la ética contemporánea (traducción francamente libre del título original Situating the Self) constituye, a juicio de muchos, la mejor obra de la autora. Es de agradecer en este caso que el editor -que ya abriera el camino hace pocos meses publicando el oportuno Los derechos de los otros- persevere en la iniciativa emprendida y nos obsequie ahora con este otro texto, fundamental para comprender la trayectoria de Seyla Benhabib. Porque aquí el lector podrá encontrar desarrollos complementarios referidos al feminismo y a la posmodernidad, ámbitos que, junto con el del comunitarismo, parecen estar planteando en nuestros días el desafío más vigoroso al punto de vista universalista.
A los tres se enfrenta la autora con argumentos matizados y pertinentes. Como, por ejemplo, el de la condición contingente de las tradiciones, contingencia que ella interpreta en términos de reflexividad. La apropiación reflexiva de la historia colectiva forma parte también del proceso de la modernidad, y en calidad de una de sus mayores virtudes. No utiliza semejante argumento Benhabib para condenar ninguna herencia, sino más bien para replantear las relaciones que debemos mantener con ella (sea ésta cual sea). Unas relaciones que, en la estela de Max Weber, ya no podrán volver a ser sacralizadas. El desencantamiento del mundo es un camino sin regreso. Excepto, claro está, para los partidarios del fundamentalismo, del retorno de las religiones y demás propuestas análogas. En definitiva, para todos aquellos que se resisten a que sean los propios sujetos los que decidan qué hacer con lo que les vino dado.
título de la nota: Diversa igualdad
autor de la nota: Cecilia Macón
medio: La Nación - Argentina
fecha: 6/4/2006
extracto
Paradojas de la globalización a la luz de la modernidad
En los últimos años, el despliegue teórico del feminismo dejó en claro que se trata de una mirada sobre lo político que excede las cuestiones puntuales a las que muchos prefieren reducirla. Seyla Benhabib -de origen turco, pero con una importante carrera académica desarrollada en Estados Unidos- forma parte justamente de una constelación de filósofas políticas (Martha Nussbaum, Nancy Fraser, Judith Butler) que mostraron cómo los reclamos teóricos del feminismo habían modificado el acercamiento actual a cuestiones clave como la justicia, la autonomía, las pasiones políticas o la esfera pública.
En Las reivindicaciones de la cultura. Igualdad y diversidad en la era global, Benhabib parte de las influyentes premisas políticas del filósofo alemán Jürgen Habermas. El universalismo defendido por el autor de Teoría de la acción comunicativa resulta compatibilizado en este libro con las críticas feministas y multiculturalistas que rechazan ciertos efectos de un sujeto universal y netamente transparente. Según esa perspectiva crítica, el sujeto universal no es más que una metáfora para un individuo masculino y occidental y sus derechos consistirían en ignorar los de las minorías.
Aunque la autora parte de un diagnóstico conocido (la simultaneidad de los procesos de integración global y de desintegración sociocultural), su propuesta no carece de coraje filosófico. Enfrenta los problemas sugiriendo soluciones para problemas fundamentales de la política contemporánea que, aunque puedan resultar discutibles, tienen la suficiente carnadura como para lograr que imaginemos una vida guiada por esos principios teóricos.
El camino propuesto por Benhabib para solucionar la tensión entre el universalismo y la crítica multiculturalista es el de la democracia deliberativa, aquella para la cual la legitimidad de las normas está asegurada por el debate público que, al cultivar los hábitos mentales de razonamiento e intercambio públicos, acentúa también las virtudes ciudadanas: en esa democracia sólo son válidas las normas que pueden acordarse, a través de argumentos, entre todos los interesados.
Enfrentada a quienes propugnan identidades cristalizadas y olvidan que las culturas -entendidas como contextos donde se definen las identidades- se constituyen a través de prácticas controvertidas, Benhabib propone un modelo que permita una diversidad cultural máxima que compatibilice los principios universales con el pluralismo. Se trata de analizar el papel, no sólo de la esfera pública oficial, sino también de la que atiende a la sociedad civil: ONGs, sindicatos, movimientos sociales, asociaciones civiles, culturales, religiosas, artísticas y políticas como actores de un universalismo interactivo.
La autora analiza el conflicto entre el reconocimiento de las diversas identidades y la redistribución del ingreso. Los programas multiculturalistas -para preservar la identidad de ciertas minorías en Norteamerica- han tenido, según ella, un efecto indeseado: hacer a un lado las demandas de justicia distributiva. Es necesario, entonces, mostrar la interdependencia de los reclamos en favor de la diferencia con principios universales, como los de justicia en las relaciones socioeconómicas; es decir, armonizar una política cultural con una de corte social.
Al sumarse al debate sobre el uso del velo islámico por parte de las estudiantes francesas musulmanas, Benhabib señala la linealidad con que fue abordado el conflicto y recuerda que nadie advirtió que muchas de esas mujeres usan velo, no para confirmar su subordinación sexual y religiosa, sino para proclamar una identidad casi personal, independiente de la cultura francesa dominante. Debe tenerse en cuenta -sostiene- cómo el velo, en el marco fluido de la actual cultura europea, ha adquirido nuevos significados.
Benhabib también toca una de las controversias políticas más candentes de Europa y de Estados Unidos: el creciente flujo de inmigrantes. La filósofa política nos enfrenta aquí a un dilema moral. Si se considera que las restricciones de salida ejercidas por un país son violatorias de los derechos humanos, también lo sería la acción simétrica, es decir, restringir el derecho de entrada. Los universalistas, por un lado, consideran que las fronteras nacionales son arbitrarias; aquellos que sostienen criterios más estrictos de incorporación y ciudadanía, en cambio, aseguran que sólo son bienvenidos quienes se asemejen más al modelo de ciudadanía republicana. Benhabib intenta nuevamente armonizar. Rechaza la "Europa fortaleza" y al mismo tiempo reivindica el derecho de toda democracia a definir sus políticas de inmigración. Su modo de entender la ciudadanía, sin embargo, dista de ser convencional. La ciudadanía -si entendemos, advierte, que la democracia es una forma de vida basada en el consentimiento y la participación activos- no debería distribuirse según criterios pasivos, como el nacimiento en un pedazo de tierra o en el marco de un grupo étnico. Lo que debería determinar las reivindicaciones de pertenencia es lo que las personas hacen y no lo que son. Es la participación en sindicatos, grupos religiosos, juntas escolares o asociaciones barriales lo que debería ser determinante a la hora de adjudicar la ciudadanía.
Las "extrañas multiplicidades de nuestro tiempo" -según la fórmula del filósofo James Tully evocada por la autora- remiten a una desterritorialización de la política que obliga, también, a una flexibilidad por parte de la ciudadanía. Judía sefardí nacida en un país musulmán e inmigrante feminista en un mundo académico fundado por la aristocracia blanca norteamericana, Benhabib es la encarnación más clara de las transformaciones de las últimas décadas y su filosofía, un intento por enfrentar paradojas nuevas a la luz de los principios de la modernidad, sutilmente revisados gracias a la escucha de sus múltiples protagonistas.
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