Reseña de "Hannah Arendt. El mundo en juego" de Fina Birulés

Reseña de Hannah Arendt. El mundo en juego de F. Birulés
Buenos Aires, Katz Editores, 2024, 216 págs.
Paula Hunziker
Universidad Nacional de Córdoba
Cómo citar este texto:
Hunziker, P. (2025). Reseña bibliográfica de Hannah Arendt. El mundo en juego de F. Birulés. Pescadora de perlas. Revista de estudios arendtianos, vol. 4, n°4, 259-263. Disponible en:
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/pescadoradeperlas/index
Autora clave para la recepción de la obra de Hannah Arendt en el mundo de habla hispana, Fina Birulés nos regala esta vez un libro exquisito, plagado de pequeñas perlas a modo de citas al pie para los lectores más asiduos de los textos de la pensadora judío alemana, pero, también, un enfoque generoso, claro y preciso sobre los grandes temas o problemas que ocupan el corazón de su reflexión.
El primero de ellos es el que da subtítulo a este libro, el mundo en juego. El segundo es el de la natalidad, esto es, el hecho, que Arendt no ha dejado de traer en sus escritos, de que nacemos como singulares-extranjeros portando una novedad. Ambos temas se relacionan, y este es el asunto fundamental: porque la política, para Arendt, tiene que hacerse cargo de que nacemos portando una libertad en un mundo que ya estaba antes de que llegáramos, y que permanecerá allí cuando nos hayamos ido. Para Arendt, como recuerda Birulés, el mundo de la opinión, del discurso, de la experiencia, es el lugar en el que se trama la política y al que debe dirigirse el pensamiento político. A Birulés no se le escapa, y tampoco quiere que esto suceda, el tono polémico de esta afirmación de Arendt, frente a diversos modos en que no ha estado en juego en la reflexión, precisamente, el mundo, sino otros asuntos tales como la cuestión social o el sujeto. Como Zerrilli también ha advertido, no se trata de dejar atrás estos otros asuntos en los que se ha jugado gran parte de la Filosofía y la Teoría Política contemporáneas, sino de lograr un nuevo encuadramiento, un nuevo marco para ellos. Se trata, en definitiva, de mostrar la singularidad de la perspectiva de Arendt en el coro de voces del presente –una actitud que, insistimos, da cuenta de una larga familiaridad con la obra de un autor y con la pregunta por su alcance y sentidos–, con una doble advertencia: de un lado, la autora recuerda que la actualidad de una pensadora de la talla de Arendt tiene que ser sopesada fuera de los cánones de la “normalización” de su pensamiento: no hay que olvidar sus discusiones, ni las nuestras; del otro, nos advierte sobre un hecho que de tan simple a veces se nos olvida: hay cosas que Arendt no pensó, y lejos de ser esto una falta, es parte constitutiva de un pensamiento abierto al mundo contingente, sorpresivo, variable. Más aún, la ausencia de sistema que algunos le han reprochado encuentra aquí su explicación: esta ausencia da cuenta de una elección voluntaria humilde y valiente: “partir de, y dejarse interpelar por la experiencia” (2024, p. 10), de pensar y vivir en “campo abierto” (p. 72).
En los cinco capítulos que componen el libro, Birulés teje y desteje la obra de Arendt para iluminar sentidos no trabajados. Destacamos algunos, pero aclaramos que esta operación no es exhaustiva. La primera cuestión que nos parece clave se abre en el capítulo 1, “Consideraciones preliminares al hilo de una entrevista”. Nos referimos a la idea de que hay en su obra una compleja relación con las lenguas en plural, que la lleva a afirmar de manera contundente que “la «edición original» no se puede aplicar a la obra de Arendt” (2024, p. 23). Nunca, señala con verdad Birulés, Arendt se limitó a hacer una “simple traducción” de sus obras: algunos textos están originalmente escritos en alemán, otros primero en inglés, y al aparecer posteriormente en otro idioma son reescritos por ella misma. Se trata, señala Birulés dando un precioso indicio para el futuro trabajo editorial en español, y para futuros investigadores, de “originales diferentes, aunque coexistentes” (p. 25). La segunda cuestión que traemos a colación es el modo en que Birulés muestra el espejo invertido que resulta Los Orígenes del Totalitarismo respecto de toda su obra posterior. Así, en el capítulo 2, “El totalitarismo, un fenómeno sin precedentes”, y en el 3, “En torno al mundo”, recorre de manera clara el sentido en el que el que el mal político totalitario busca construir una “humanidad sin mundo” (p. 70), esto es, sin la artificialidad brindada por las instituciones y las leyes, y sin la “realidad” compartida por una pluralidad que permite distinguir entre lo verdadero y lo falso, así como sin natalidad, esto es, que ataca ese sentido elemental de la libertad como espontaneidad, como poder de iniciar algo nuevo. En estos dos capítulos aparecen también interesantes indicaciones sobre el lugar reflexivo en el que nos invita a ubicarnos Hannah Arendt, en contrapunto con otras propuestas: ya sea con el uso de la metáfora de la “cristalización” para combatir la obsesión por identificar la necesidad, presente en la Filosofía y las Ciencias Sociales, o con la idea de la “parcialidad vigilante” que interpreta en Lessing para combatir una idea pobre de “neutralidad” que se confunde con indiferencia por el mundo, por lo que “está en juego”. Es sobre todo en el capítulo 3 y en el 4, “La especificidad de la política”, donde Birulés despliega toda la constelación de conceptos que dan cuenta de la gramática elemental de la política para Arendt, un ejercicio al que ya nos tiene acostumbradas la intérprete, y que se destaca precisamente por su resistencia a la normalización de su pensamiento. En esa dirección, la autora no defrauda al sostener tesis que nos inspiran como intérpretes de su obra. Por ejemplo, la idea de que la idea de comunidad política no está centrada en la identidad sino en la distinción, en la subjetividad del “quién es alguien” y no en el “qué es”, la importancia de volver a pensar o de traer al presente una idea de “autoridad” que agrega a la relación política igualitaria otra trama o conjunto de relaciones, o, las fuentes de la idea de natalidad. Sobre esta última, Birulés lanza una interpretación sobre cierta variación en su obra que es realmente interesante: si bien en su acepción más habitual la natalidad es la matriz de la acción y la libertad política que exige pluralidad, existe otro sentido en el que aparece también vinculada con una unicidad irreductible, con un fondo oscuro de lo simplemente otorgado que no obstante penetra en la esfera política, y se entreteje con ella (pp. 137-138). Finalmente, el último capítulo, “Crisis”, cierra el libro mostrando de manera concreta esa idea de que para Arendt siempre el centro de gravedad es el mundo, tomando en especial todo el conjunto de discusiones, intervenciones y polémicas que durante la década de los años sesenta entabla con motivo de las diversas escenas y acontecimientos que la conmocionan, tales como el juicio a Eichmann en Jerusalén, las luchas estudiantiles, la guerra de Vietnam, el escándalo por las mentiras del Pentágono y las políticas de integración racial.
Para concluir, queremos señalar que el libro está escrito en una prosa bella y clara, y que nunca nos hace perder de vista, para sus lectores, ese pathos arendtiano más interesado en el enigma de las llamas que en el de las cenizas.