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Louis Althusser

Política e historia

De Maquiavelo a Marx. Cursos en la Escuela Normal Superior, 1955-1972


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II. El siglo XVIII

[...]

E) Rousseau

Hablar de historia a propósito de Rousseau es enfrentarse con una paradoja. Rousseau no escribió la historia del siglo de Luis XIV como Voltaire, ni la historia de las instituciones de la antigua Francia, como Boulainvilliers. Pero podemos decir, sin embargo, que el texto que domina todo el siglo XVIII para dar las consideraciones más profundas sobre la historia de su tiempo, es el Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres.
"¡Oh, tú, hombre! Dondequiera que vivas, cualesquiera sean tus opiniones, escucha. He aquí tu historia..."
Sin duda, de lo que trata este Discurso es de historia. ¿Pero de qué historia?
"Comencemos, pues, por dejar de lado todos los hechos; pues no tienen que ver con la cuestión."
La historia de los progresos de la civilización y de la decadencia de la especie humana. Una historia sin reyes, sin nombres de hombres ni de ciudades, para resumir, una historia conceptual, que describe los cambios ocurridos en la constitución del hombre a lo largo del tiempo.
Sin embargo, esta historia conceptual, tan pobre en historia, es rica en conceptos. Parece desarrollarse en el orden de la abstracción, pero se refiere directamente al contenido real de la sociedad, de la moral y de la política. ¿Cómo puede concebirse esto? De una sola manera: y es que los conceptos que utiliza Rousseau en su génesis ideal son conceptos nuevos que permiten pensar bajo nuevas categorías el curso mismo de la historia real.
Hay que representarse el papel de estos conceptos abstractos -en apariencia tan alejados de la historia real, pero, en verdad, tan cerca de ella- como uno se representa, en otras disciplinas, el papel de la abstracción. Así, nociones matemáticas, elaboradas aparentemente en el ámbito de la abstracción pura, nos dan la clave de problemas concretos de la ciencia física en la medida en que permiten pensar estos problemas en términos nuevos, y resolverlos.
Lo mismo ocurre con Rousseau. Su historia conceptual contiene conceptos revolucionarios (al menos en germen) que van a producir una comprensión nueva e infinitamente más profunda de la historia.
Siguiendo con la comparación, añadiría algo más: del mismo modo que los problemas matemáticos más abstractos, las nociones matemáticas más abstractas no son más que respuestas abstractas y puras a problemas concretos de las ciencias físicas, que las gobiernan y las condicionan de lejos, del mismo modo, también en Rousseau, los conceptos abstractos de la historia no son más que el efecto de problemas históricos concretos, y la respuesta a estos mismos problemas.
¿Cuáles son estos problemas? Para comprender el sentido de estos conceptos abstractos que responden a ellos, hace falta examinar un instante la situación de Rousseau en su tiempo. Esta situación, sin ninguna duda, es una situación nueva, y en cierta medida revolucionaria.

Hasta aquí, en efecto, hemos observado la existencia de dos grupos sociales en el siglo XVIII:
1) el partido feudal-liberal (uno de cuyos representantes ideológicos es Montesquieu);
2) el partido "burgués", y sus representantes ideológicos, los filósofos de la burguesía en ascenso, con grandes diferencias entre sí, además (Enciclopedistas).
Pero estos dos grupos de intelectuales y de ideólogos, representantes de las dos clases principales del siglo XVIII, representan dos clases poseedoras y antagonistas: la feudalidad y la burguesía.
Ahora bien, así como en la antigua Grecia la lucha política e ideológica (y filosófica) de los comerciantes y de los propietarios de minas y talleres contra los propietarios de tierras era la parte más visible del trasfondo de la explotación silenciosa de la esclavitud, de la misma manera, en el siglo XVIII la lucha de la feudalidad y de la burguesía ocurría sobre el trasfondo de la explotación económica de la mayor parte de la masa del pueblo.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, esta masa (campesinos, artesanos manuales) se encuentra sometida a una doble explotación:
1) por un lado, la explotación feudal (económica y personal, a esto se añaden los impuestos cada vez más pesados);
2) por otro lado, la explotación capitalista naciente (trabajo asalariado). El desarrollo del capital agrario transforma a muchos pequeños explotadores en trabajadores agrícolas. El desarrollo de las manufacturas perjudica seriamente la estructura artesanal de la producción, y arruina a maestros y compañeros.
Esta masa de la pequeña burguesía, del pueblo modesto, de campesinos, de artesanos, esta masa de fondo plebeyo, durante el siglo XVIII, en la nueva situación general, encuentra defensores y teóricos cercanos a ella, que no tratan de hacer un uso demagógico de su miseria: Mably, Morelly, etc., y Rousseau. Rousseau también es de origen modesto, hijo de un artesano desclasado, durante toda su vida permanece obsesionado por la nostalgia y el mito de la felicidad del artesano, del pequeño campesino, "independientes" económicamente, y por consiguiente, libres.
Estas circunstancias ponen a Rousseau en una situación muy particular en la ideología del siglo XVIII.
[...]

 

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