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Daniel Cohen

Tres lecciones sobre la sociedad postindustrial


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Introducción

Marx pensaba que la historia era una sucesión de fases de la que el capitalismo no era más que una etapa. Hoy descubrimos que el mismo capitalismo tiene una historia que en el siglo XX no se encarna como en el siglo anterior, que en la actualidad no es semejante a como era ayer.
El capitalismo del siglo XX se construyó alrededor de una figura central: la de la gran firma industrial. Ésta instaura entre sus miembros lo que Durkheim llamaría una solidaridad mecánica. Los ingenieros reflexionan sobre la forma en que los obreros sin calificación puedan ser productivos. Los mismos dirigentes son asalariados, y sus objetivos coinciden con los de sus subordinados: proteger a la firma de los avatares de la coyuntura. Se constituyen grandes conglomerados que reducen los riesgos industriales. Así, para precaverse contra eventuales cambios radicales de la coyuntura climática, una firma que fabrica trajes de baño, por ejemplo, tratará de adquirir una empresa de paraguas: sea cual fuere el estado del tiempo, sus obreros tendrán empleo. Como la sociedad feudal, la sociedad industrial del siglo XX relaciona un modo de producción con un modo de protección;sella la unidad entre la cuestión económica y la cuestión social.
El capitalismo del siglo XXI organiza científicamente la destrucción de esa sociedad industrial. Los diferentes niveles de la gran empresa industrial están disociados unos de otros: se tercerizan las tareas que no se consideran esenciales, mientras los ingenieros son agrupados en oficinas de estudios independientes donde ya no se encuentran con los obreros. Los empleados encargados de la limpieza, la comida y la seguridad son reclutados por empresas especializadas.
La revolución financiera de la década de 1980 transforma los principios de organización de las firmas. Un accionista no tiene ninguna necesidad de que una misma empresa fabrique tanto trajes de baño como paraguas. Para diversificar su riesgo, le basta con poseer acciones de ambas. En una inversión copernicana de los mismos fundamentos del asalariado, serán éstos quienes padezcan los riesgos, y los accionistas los que se protegerán de ellos. Se trata del fin de la solidaridad que estaba inscrita en el corazón de la firma industrial.

La sociedad de servicios

Hablar de sociedad postindustrial para caracterizar estas transformaciones es en parte cobarde. En efecto, se designa al mundo por lo que ya no es y no por aquello en lo que se ha convertido. Surgen varias posibilidades para definir directamente la transformación actual .
En principio, puede hablarse del pasaje a una sociedad de servicios de acuerdo con la clasificación primaria-secundaria-terciaria. Jean Fourastié, ya en 1949, anunciaba como "la gran esperanza del siglo XX" la llegada de un mundo nuevo donde el hombre por fin sería liberado de trabajar la tierra en las sociedades rurales, o la materia en las sociedades industriales. Con el advenimiento de una sociedad de servicios, la materia trabajada por el hombre es el propio hombre. Peluquero o doctor, el trabajador reanuda un contacto directo con los humanos. Los economistas anglosajones forjaron un término fiel a la idea de Fourastié: el "Face to Face" (o "F2F"), trabajo que exige un contacto directo entre el productor y su cliente.
Mucha agua pasó bajo el puente desde la publicación de la obra de Jean Fourastié. Desde un estricto punto de vista contable, no cabe duda de que el empleo pasó del sector de la industria al de los servicios, así como un siglo antes se había trasladado de la agricultura a la industria. En octubre de 2005, el diario inglés The Economist publicaba un artículo que indicaba que la sección de los empleos industriales en los Estados Unidos había descendido a menos del 10%. Como es su costumbre -llevar la paradoja lo más lejos posible- el semanario añadía que esa cifra, aunque baja, de hecho sobrestimaba la realidad. En efecto, en el seno del sector industrial las tareas de diseño y de comercialización, adquieren un lugar creciente. La misma industria se terceriza. La cantidad de obreros que realizan tareas estrictamente industriales -aquellas que consisten en fabricar con sus manos o con ayuda de un robot un producto "manufacturado"- podría ser un 50% inferior a la cifra anunciada, y así pronto tendería a alcanzar la de los campesinos...
[...]

 

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