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Eva Illouz

El futuro del alma

+ La creación de estándares emocionales


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El futuro del alma

Empezaré abordando directamente la cuestión que se me ha planteado sobre el futuro del alma. El alma, tal y como la conocemos desde hace unos tres mil años, tiene probablemente poco futuro. La razón es que actualmente ya no tenemos almas, sino psiques, en su lugar. Podría preguntarse cuál es la diferencia entre ambas; al fin y al cabo, psykhé en griego se refiere al alma, a esa entidad que abandona el cuerpo tras la muerte. Creo que entre alma y psique hay muchas diferencias, aunque ambas compartan una larga historia en común.
La psique o alma, especialmente tras la reelaboración cristiana del concepto, presupone una jerarquía moral, que a su vez queda reflejada o encarnada en la propia alma. Tener un alma "pura" o "malvada" refleja un orden moral en el que las personas y las acciones están organizadas jerárquicamente. La psique, tal y como entendemos hoy el mundo, apunta a una historia privada que no puede evaluarse de acuerdo con tal jerarquía moral, sino según su propia coherencia, y cuya lógica narrativa interna debe ser descubierta por el sujeto, si es posible mediante un trabajo formal de análisis.
Por ejemplo, si me presento como cleptómana doy por supuesto que muchos interpretarán ese dato como un trastorno afectivo, no como un signo de que sea un ser humano despreciable. Pueden quizá condenarlo, pero también puede que quieran saber la causa de tan peculiar hábito. Obviamente, eso se debe a que mientras las religiones gobiernan las almas, las psiques son gestionadas por los médicos. La psique se ha convertido en un objeto medicalizado.
Las almas están supeditadas a un cosmos moralmente ordenado y lo reflejan, mientras que las psiques dependen de las relaciones emocionales tempranas (visibles y ocultas) que establecemos con nuestros cuidadores. La psique es, en ese sentido, singular e idiosincrásica y, por lo tanto, radicaliza lo que Hardt y Negri (siguiendo a Deleuze y Guattari, que a su vez siguen a Spinoza) definen como el rasgo esencial de la modernidad, a saber, el hecho de que las personas nos construimos en un plano de inmanencia radical: todos (o la mayoría de) nuestros deseos, nuestros pensamientos y nuestras emociones resultan equivalentes en su significado y su sustancia morales. Tener psique, al contrario que tener alma, supone estar exento de toda responsabilidad trascendental, cósmica e incluso colectiva.
La psique es radicalmente individual e inmanente, y solo apunta a sí misma.
Otra diferencia entre alma y psique tiene que ver con la manera en que ambas se relacionan con el cuerpo. Según Homero, las "almas" pueden abandonar el cuerpo a través de las heridas, se diferencian de él y pueden, de hecho, sobrevivir a su muerte. En la cultura cristiana, el cuerpo es a la vez una prisión y el lugar de donde provienen los impulsos pecadores, algo de lo que el alma debe liberarse. El alma es independiente del cuerpo, incluso aunque sea su prisión; lo precede, lo sobrevive y lo trasciende. La psique, por el contrario, mantiene con él una relación mucho más cercana y armoniosa, está incluso subsumida en él, como cuando hablamos de síntomas psicosomáticos: los dolores de cabeza o de espalda, las úlceras e incluso los cánceres pueden ser expresiones de trastornos mentales o emocionales, y en ese caso, el cuerpo se convierte en una manifestación auténtica de lo que el alma se oculta a sí misma. Puede que el cuerpo necesite aún ser descifrado, y puede que esa sea la gran causa que lo mueve, pero acaba siendo el auténtico repositorio de lo que es inconfesable en la psique. El estrés, la ansiedad y la depresión se han convertido en modos de formarse un concepto de seres humanos que son simultáneamente mentales y físicos; las psiques y los cuerpos se reflejan mutuamente, y el cuerpo se ha transformado en el campo desde el cual leer e interpretar la psique.
Y no solo eso: el cuerpo se ha vuelto el lugar de la afirmación y la autorrealización de la psique. Así, la sexualidad y el estar en forma se han convertido en sinónimos de salud y autorrealización. La psique establece una relación dramáticamente diferente entre lo material y lo mental, de modo que ambos se configuran recíprocamente. Para mejorar nuestro cuerpo debemos mejorar nuestra psique, y para mejorar nuestra psique, debemos trabajar nuestro el cuerpo.

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