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Roger Chartier

Inscribir y borrar

Cultura escrita y literatura (siglos XI-XVIII)


notas de prensa

Inscribir y borrar. Cultura escrita y literatura (siglos XI-XVIII), de Roger Chartier
Memoria Académica - UNLP - Argentina, 1/8/2010

Entre la creación literaria y las materialidades del escrito
Actas y Comunicaciones del Instituto de Historia Antigua y Medieval. Vol. 5 - Argentina, 1/1/2009

Chartier y la textualidad moderna
El Mercurio - Chile, 10/5/2008

"El poder de la lectura digital no tiene parangón en la historia" Entrevista al historiador Roger Chartier
El Mercurio - Chile, 10/5/2008

Objetivo Bolivia
El País - España, 9/20/2008

El espejo que tiembla
Página/12 - Argentina, 12/17/2006

Memoria Impresa
Hoja por Hoja - México, 10/1/2006

Acerca de textos y soportes
Perfil - Argentina, 9/10/2006

"El lector proyecta su presencia dentro del texto de ficción"
Clarín - Argentina, 5/14/2006

título de la nota: Inscribir y borrar. Cultura escrita y literatura (siglos XI-XVIII), de Roger Chartier
autor de la nota: Ely V. Di Croce
medio: Memoria Académica - UNLP - Argentina
fecha: 1/8/2010

extracto
Inscribir y borrar aporta nuevos ejemplos para ilustrar la cultura libresca y, sin dudas, constituye un eslabón más de la vasta producción teórica a través de la cual Roger Chartier nos enseñó a volver a pensar la literatura.

título de la nota: Entre la creación literaria y las materialidades del escrito
autor de la nota: Ana Mosqueda
medio: Actas y Comunicaciones del Instituto de Historia Antigua y Medieval. Vol. 5 - Argentina
fecha: 1/1/2009

extracto
Un texto claro y ameno, pero de una profunda densidad conceptual. Al analizar textos
literarios, Chartier propone su reevaluación "a partir de una perspectiva que entrecruza el análisis de las obras, la descripción de las formas de su transmisión y el estudio de sus públicos y apropiaciones". El libro es una relación, un eje de innumerables relaciones, dice Jorge L. Borges, autor que inspira continuamente al historiador francés, y esas relaciones deben ser estudiadas de manera interdisciplinaria. Chartier incursiona por distintos caminos y, de esta forma, enriquece no solamente la historia del libro y la de la lectura, al "resucitar autores en su propio tiempo y a sus lectores", sino también a la crítica textual, pues descubre en los textos significaciones antes ignoradas.

título de la nota: Chartier y la textualidad moderna
autor de la nota: Carla Hesse
medio: El Mercurio - Chile
fecha: 10/5/2008

extracto
Roger Chartier nos entrega otro elegante y lúcido libro que es, a la vez, una meditación filosófica, una serie de ensayos de crítica literaria y una fascinante contribución a la historia cultural de la Europa moderna temprana.
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Chartier escapa de la tradicional "historia del libro" y propone una "historia de cultura escrita" o más bien una "historia de las prácticas textuales": su ambición es revisitar todos los aspectos de la producción textual desde las concepciones de la autoría, los medios y modos de inscripción y transcripción, hasta la edición, la traducción, la tipografía, la impresión, las editoriales y las prácticas de lectura.

título de la nota: "El poder de la lectura digital no tiene parangón en la historia" Entrevista al historiador Roger Chartier
autor de la nota: Daniel Swinburn
medio: El Mercurio - Chile
fecha: 10/5/2008

extracto
- ¿Qué nos puede avanzar sobre sus últimos libros recientemente publicados en castellano: Inscribir y borrar, Escuchar a los muertos con los ojos y La historia, lectura del tiempo.
- Alejandro Katz, que ha creado hace poco tiempo una nueva editorial cuyo catálogo es extraordinario, es también el editor de la traducción española de Inscribir y borrar, que, como lo indica su subtítulo, es un libro que se dedica a entender cómo algunas obras literarias se construyeron apropiándose de los objetos, las normas y las prácticas de la cultura escrita de su tiempo y cómo ellas mismas fueron publicadas, difundidas y leídas. [...] ¿Por qué el título? Porque me parece que se ha olvidado en la historia de la cultura escrita el miedo y también la necesidad del borrar. Los historiadores focalizaron la atención sobre el temor de la pérdida que justificó la búsqueda de los manuscritos, la constitución de las bibliotecas, la proliferación de lo escrito. Pero la desaparición de los textos fue a la vez la razón de una grande inquietud y al mismo tiempo una necesidad (sobre las tabletas de cera o sobre los librillos de memoria) para domar el exceso de los discursos.

título de la nota: Objetivo Bolivia
autor de la nota: Manuel Rivas
medio: El País - España
fecha: 9/20/2008

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El tejido era el texto. En un libro fascinante sobre lo durable y la escritura efímera, Inscribir y borrar, Roger Chartier nos habla del doble sentido que desarrolló el verbo latino texere. Por un lado, tejer o trenzar. Por otro, componer una obra.

título de la nota: El espejo que tiembla
autor de la nota: Rogelio Demarchi
medio: Página/12 - Argentina
fecha: 12/17/2006

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¿Qué es un especialista? Alguien que ha sabido construir un objeto de estudio, asediarlo una y otra vez para producir un conocimiento nuevo en cada interacción, y que tiene cierta capacidad para socializar ese conocimiento de manera tal que puedan acceder a él hasta los que no son especialistas; ejemplo: Roger Chartier, un hombre casi por entero dedicado al estudio de las prácticas de escritura y lectura y que con cada libro nos asombra gratamente porque sigue sacando conejos de una galera que muchas veces (reconozcámoslo) dio la impresión de haberle entregado todo lo que tenía para dar.
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[...] a propósito de la visita de Quijote a una imprenta [...] Chartier abre una digresión de lo más interesante sobre los principios metodológicos que deben regir una edición crítica; y como en aquella imprenta Quijote se encuentra con un "autor" que ha traducido al español un texto italiano, comenta el valor que se les daba a las traducciones y las vías de publicación de un libro que existían por entonces.
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Poetas del siglo XI, obras teatrales del XVIII, novelas de Richardson criticadas por Diderot. Todo es igualmente válido y hasta da la impresión de ser escaso para escribir la fragmentada historia de la escritura en la que también puede inscribirse este libro.

título de la nota: Memoria Impresa
autor de la nota: Kenya Bello
medio: Hoja por Hoja - México
fecha: 10/1/2006

extracto
Quienes hayan leído alguna investigación de este historiador francés estarán familiarizados con la premisa que guía este libro: la reconstrucción de las condiciones técnicas y sociales que dieron vida a un texto determinado es una entrada privilegiada al mundo cultural tanto de sus creadores como de sus lectores. Si bien hay aspectos familiares, también se encontrarán gratas sorpresas en los siete ensayos y el epílogo que conforman este volumen, pues en ellos Chartier analiza las percepciones sobre la memoria y el olvido que han marcado la relación de los occidentales con lo impreso, al tiempo que muestra por qué se ha convertido en un viejo lobo de mar que lo mismo se refiere a los usos de lo escrito de un abad normando del siglo XI, que de Cervantes o de Diderot.

título de la nota: Acerca de textos y soportes
autor de la nota: Elvio E. Gandolfo
medio: Perfil - Argentina
fecha: 9/10/2006

extracto
Entre los siglos XVI y XVIII, la "primera modernidad", las sociedades europeas querían a un mismo tiempo conservar y perder, tener memoria y olvido. Esa tensión es estudiada por la "sociología de los textos", sin disociar "el análisis de las significaciones simbólicas del de las formas materiales que las trasmiten". El fascinante recorrido de Roger Chartier recuerda en menor extensión el de Auerbach en Mimesis. Elige obras que incluyen la representación de su propio soporte y revela cómo fue cambiando la relación entre lo que se almacena y lo que se dispersa.
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Chartier es claro, apretado, de extraordinaria precisión absoluta. Lo impulsa y vuelve memorable esa "literatura del ensayo" histórico o teórico que iluminó los mejores momentos de Fernand Braudel. O del propio Borges que, según declara Chartier al final (no al principio, como Foucault en Las palabras y las cosas), fue el origen del libro, con una cita donde habla del carácter inagotable y múltiple de la literatura, los libros y las lecturas.

título de la nota: "El lector proyecta su presencia dentro del texto de ficción"
autor de la nota: Claudio Martyniuk
medio: Clarín - Argentina
fecha: 5/14/2006

extracto
A lo largo de la historia, las prácticas de la escritura y la lectura tuvieron múltiples significaciones y formas. En la actualidad, la tecnología digital permite leer y escribir en una misma superficie.
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- En el siglo XVIII, con novelas como las de Goethe y de Rousseau, se habría producido una revolución en la lectura. ¿Qué cambió en el modo de leer; qué provocó un sortilegio ante los libros?
- Algunos historiadores consideraron que después de 1750 aparece una nueva forma de lectura, que se apodera de más textos, los lee con una distancia crítica, y porque ya la lectura no era solamente de libros sino también de panfletos, libelos, periódicos. A este tipo de lectura extensiva se la llamó revolución de la lectura, y se la oponía a lectura intensiva que era el modelo de la lectura tradicional: pocos textos, leídos y releídos, memorizados y reverenciados. Otros historiadores piensan que no hubo revolución y que las formas de lectura intensiva y extensiva existieron desde el Renacimiento. Efectivamente, un lector humanista del siglo XVI leía con intensidad algunos textos pero leía muchos libros e iba de uno a otro. Por otro lado, en el siglo XVIII la novela supone una lectura particularmente intensa. El lector lee y relee la misma novela, incorpora el texto dentro de su pensamiento, de sus afectos, proyecta su presencia dentro del texto de ficción. Así, no se pueden oponer rígidamente los dos modelos, que describen tipos de lectura que el mismo lector puede practicar en distintos momentos frente a diversos textos.
- ¿La lectura intensiva tiene huellas de la lectura de la Biblia?
- Sería como un desplazamiento de la lectura más intensiva posible, que era en los países protestantes la lectura de la Biblia. Esa lectura de la Biblia que se hacía dentro de la familia en voz alta, o que cada uno de los cristianos debía hacer, fue por empezar una práctica de los calvinistas, de los puritanos y de los "pietistas". Y progresivamente apareció la conquista de los luteranos por este modelo. Luego hubo un desplazamiento hacia una serie de textos de ficción de una práctica de la lectura que se había cristalizado alrededor del texto sagrado. Lo que puede explicar por qué en el siglo XVIII hay toda una transferencia del vocabulario de la religión a la lectura y la escritura. Además, el escritor va a desempeñar el papel del clero. Junto al desplazamiento de las prácticas de la lectura religiosa a textos de ficción, algunos escritores se transforman en guías de la humanidad. Quizá Rousseau sea el primero en Francia.
- Jamás se han editado tantos libros como en nuestra época. Esta abundancia, ¿afecta el valor del libro y el modo de leer?
- Pienso que sí. Con la multiplicación de los títulos y la posibilidad de publicación electrónica existe la idea de temor frente al exceso, ante lo indomable de una producción que nadie puede evidentemente leer, ni siquiera controlar. Una consecuencia es hacer más difícil una jerarquización entre los textos que pueden producir un efecto sobre los pensamientos o los sentimientos y los que evidentemente no tienen la misma fuerza. También afecta a la lectura. La paradoja es que hoy en día los discursos lamentan, por un lado, la desaparición de la lectura y, por el otro, la multiplicación de los libros.
- La escritura fue clave para la conformación del espacio público. ¿Hoy qué papel cumple?
- El espacio cívico del debate supone instituciones para hacerlo y evidentemente esto es un desafío para las sociedades modernas donde los individuos se encuentran aislados. No tenemos la trama de clubes, salones, sociedades de lectura que definían el siglo XVIII. Efectivamente, no sabemos, tenemos dudas de que la circulación de lo escrito sea la base de la discusión pública. Esto supondría que la práctica editorial, las ferias del libro, las librerías, las bibliotecas puedan tener un papel en la reconstrucción de la circulación de lo escrito en lugares donde se intercambian palabras vivas a propósito de la ficción, las ideas, los ensayos, la historia. En los últimos años hemos visto que las librerías organizan con más frecuencia presentaciones de libros, las ferias del libro permiten una forma de acercamiento de los lectores -u oyentes- a la cultura escrita, y que las bibliotecas -lejos de desaparecer tal como se había prometido por la circulación digital de los textos- refuerzan su papel de reorganizar la palabra viva alrededor de la cultura escrita. Sería una respuesta optimista a diagnósticos pesimistas.
- El avance de nuevos medios que ponen el acento en la imagen, ¿puede provocar el declive del placer de la lectura?
- La imagen siempre ha acompañado la cultura escrita y en la historia del libro la presencia de las imágenes fue fundamental. En el XVIII se fortalece la idea según la cual la imagen muestra lo que el texto no puede enunciar. Hoy en día el desafío de la imagen es diferente, pero debemos también considerar que las pantallas del presente (salvo en el cine y en la televisión donde hay imágenes puras, sin texto, excepto el oral) no únicamente de textos, pero multiplican la presencia del texto. Por otro lado, se puede ver en las técnicas de lectura del texto digital una forma de zapping, de discontinuidad, de secuencias breves.
- ¿Qué relación produce la computadora con la escritura?
- Por primera vez es la misma superficie, es el mismo objeto sobre el cual se escribe y se lee. Hoy podemos aprovechar tres maneras fundamentales de inscribir escritura sobre un soporte: manuscrita, impresa y electrónica. Y no sé cuál podrá ser el futuro de los conflictos entre estas formas, pero lo que me parece es que hoy en día hay como un equilibrio, una negociación que se organiza inconscientemente entre estas diversas formas.
- ¿De qué modo se organiza?
- Por ejemplo, la escritura manuscrita tiene como herencia la idea de una relación más personal con el otro y puede tener el peso de la autenticidad. Y la dimensión jurídica de la firma autógrafa o del documento manuscrito sigue estando muy presente. La forma de la lectura frente al libro impreso tiene una herencia de muy larga duración porque la forma del libro tal como la conocemos no fue inventada por Gutenberg, sino que apareció en los primeros siglos de la era cristiana con el códice, es decir un libro compuesto por hojas dobladas. Nuestro mundo hasta la computadora era uno en el que había una serie de jerarquías paralelas, es decir diversos tipos de objetos: libros, periódicos, cartas y géneros textuales que correspondían a estas formas y a los usos de los lectores. Si la gran revolución de la computadora es el permitir leer y escribir en la misma superficie, también lo es -y no sé si es algo positivo o negativo- la idea de que todos los géneros textuales aparecen sobre el mismo objeto en la misma forma.
- ¿Se establece una continuidad que borra las diferencias entre distintos objetos textuales?
- La diferenciación que establecía un libro, un cuaderno, una carta, un periódico, una revista, etc. se plantea de otro modo en el mundo electrónico, con lo que delimitar la unidad de cada texto es también una práctica muy diferente. Y es, me parece, un desafío, porque puede borrar las diferencias entre textos de ficción y textos de saber, o textos de falsificación y textos que tienen una autoridad científica.
- ¿Por qué amamos al libro?
- Por un lado existe un amor por los textos: es la idea de que algunos libros, y no todos, contribuyen a la construcción del espacio público, pueden tener una fuerza crítica, definen una manera de viajar a países desconocidos. Si los textos tienen una existencia material, el lector no es una mente desencarnada. El lector realiza una práctica que supone gestos, lugares, objetos, hábitos, y efectivamente estos gestos, hábitos o lugares cambian. Debemos pensar que hay como una encarnación de los textos en formas que los conllevan y hacen circular, y al mismo tiempo que el lector no es un ser abstracto, que es un ser que implica la totalidad de la afectividad o el cuerpo mismo. Y las relaciones del cuerpo con el libro cambian cuando se va del rollo de la antigüedad al códice, o del códice a la pantalla. Y es la doble dimensión del libro y la lectura la que en el siglo XVIII fue el objeto de reflexión y algunas veces de temores y otras de alabanza. La dimensión de la lectura involucra la afectividad entera en la relación con el texto y de ahí que en las novelas de ese siglo, como las de Richardson y de Goethe, y en la novela más que en otros géneros, esta presencia del lector, del cuerpo del lector, de la afectividad del lector, se encontrara con tanta fuerza.

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