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Francis Grose

Principios de la caricatura

Seguidos de un ensayo sobre la pintura cómica

introducción de: José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski


notas de prensa

Hacer reír a la imagen
Clarín - Revista Ñ - Argentina, 9/25/2012

Da Vinci y Bruegel: protagonistas de la historia de las carcajadas en el arte
Clarín - Argentina, 8/27/2012

La verdad de la distorsión
La Nación - ADN - Argentina, 8/24/2012

José Emilio Burucúa: "En materia de caricaturas no hay corrección política que valga"
Clarín - Revista Ñ - Argentina, 7/16/2012

Principios de la caricatura
Arte y Parte - España, 10/1/2011

título de la nota: Hacer reír a la imagen
autor de la nota: Mercedes Pérez Bergliaffa
medio: Clarín - Revista Ñ - Argentina
fecha: 9/25/2012

extracto
"¿Cuándo nace esta cuestión de hacer reír a la imagen, la cuestión de una imagen risible?", se pregunta el historiador José Emilio Burucúa. Y aunque hace años que viene buscando una respuesta, es aquí y ahora, a través de la traducción de Principios de la caricatura -el texto escrito por el anticuario, dibujante y lexicógrafo Francis Grose en 1788- y del estudio introductorio a esta obra publicada recientemente por Katz, que Burucúa, junto con otro historiador, Nicolás Kwiatkowski, esboza más respuestas posibles.
"La caricatura es un campo nuevo para la historiografía del arte-, comenta Burucúa, -y se está acometiendo de una nueva manera. Se está intentando ver por qué una imagen hace reír en determinado momento y no en otro. Nosotros -Kwiatkoswski y yo- ya teníamos trabajos hechos sobre la risa visual, el chiste visual, y ése nos pareció que fue un poco el horizonte desde donde movernos, para realizar el ensayo introductorio a la obra. En relación a esta cuestión de hacer reír a la imagen, si bien en la literatura eso está muy claro (ocurre con la comedia), en la pintura es un poco más problemática, por el tema de sus géneros, de saber cuándo tienen esa intención."
***
- ¿Cuáles eran los animales más utilizados durante esa época en las imágenes cómicas?
- En los siglos XVI y XVII, eran los gatos y los ratones, y muchas veces tenían una lectura política. Los débiles se identificaban con los ratones. Pero algunas veces los artistas hacían aparecer a los ratones venciendo a los gatos.
- ¿Esto persiste en el siglo XX con Tom y Jerry, por ejemplo?
-Sí, pero es muy viejo. Y es aún de más atrás: viene de la fábula antigua. Es, también, todo lo que hace Spiegelman en Maus. Relato de un superviviente, una historieta creada a principios de los 80, acerca de la sobrevivencia de sus padres judíos durante el Holocausto. ¿Por qué nos bancamos eso? Porque hasta cierto punto, podemos resistir mejor a la devastación psicológica de ese relato, si lo protagonizan animales. Resulta más abordable. No nos abruma la Historia. De lo contrario, sí, nos mata. En cambio, transformados los protagonistas en animales... De ahí el éxito de esa fauna. Maus es una historieta extraordinaria, que tiene maneras risueñas de contarnos algo desesperante.
***
Acerca de lo monstruoso, comenta Kwiatkowski: "Hoy somos bastante precavidos a la hora de burlarnos de deformidades físicas evidentes, pero en el pasado la cosa era distinta. Al menos hasta el siglo XVII, parece haber habido pocos límites a la risa monstruosa. Es seguro, por ejemplo, que la religión no era una de esas fronteras, porque existen imágenes satíricas que, en el marco de la Reforma y durante todo el siglo XVI, buscaron la demonización monstruosa: son muy conocidas, por ejemplo, dos xilografías del taller de Cranach, de 1523: el Papa-Asno y el Monje-Becerro".

título de la nota: Da Vinci y Bruegel: protagonistas de la historia de las carcajadas en el arte
autor de la nota: Ezequiel Alemián
medio: Clarín - Argentina
fecha: 8/27/2012

extracto
José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski, dos reconocidos investigadores argentinos, el primero de ellos considerado en el mundo del arte como un verdadero "erudito de la risa desde la Edad Media", acaban de publicar un ensayo en el cual reconstruyen, por primera vez, una historia posible del humor en la pintura, desde los dibujos grotescos que hacía Leonardo a modo de ejercicio, a partir de 1490, hasta la época de oro de la caricatura, a fines del siglo XVIII.
El trabajo acaba de ser publicado como introducción al libro Principios de la caricatura. Seguidos de un ensayo sobre la pintura cómica, (Katz) de Francis Grose, un delgado trabajo (pero con muchas ilustraciones) de 1788, en el que Grose, grabador inglés, sistematiza las técnicas y usos del dibujo caricaturesco. El libro fue presentado el sábado en el flamante Museo del Humor, en lo que fue la antigua confitería Munich, en Costanera Sur. Dos son las grandes preocupaciones de Grose: cómo dibujar a los personajes para que resulten jocosos, y cuál es el tipo de humor que no denigre al objeto de que se ríe y además sea socialmente beneficioso.
***
Las técnicas, estilos y medios de representación de las caricaturas han cambiado con el tiempo. Pero no su función, que Grose define claramente en el primer párrafo de su libro: señalar las locuras, vicios y defectos de los poderosos al público, el único tribunal que no puede ser desestimado.

título de la nota: La verdad de la distorsión
autor de la nota: Cecilia Macón
medio: La Nación - ADN - Argentina
fecha: 8/24/2012

extracto
La traducción al castellano de Principios de la caricatura de Francis Grose, publicado originalmente en inglés en 1788, abre la posibilidad de acceder a los orígenes de un género que resulta difícil disociar de la relación compleja y a la vez fundacional entre comicidad y política. Grose -anticuario, dibujante y lexicógrafo- publicó obras tan diversas como Diccionario clásico de la lengua vulgar, Las antigüedades de Inglaterra y Gales, Tratado de armaduras y armas antiguas y un volumen de ensayos satíricos. En el sutil recetario que despliega aquí se aconseja aprender a dibujar la cabeza a partir de buenos principios, recordar la existencia de seis variedades de mentones, cuatro de bocas y siete de narices, y atender a su presentación de figuras matemáticas que sintetizan las pautas desplegadas en forma gráfica. Su lente no discrimina: las caricaturas presentadas por Grose incluyen personajes tan disímiles como Marco Antonio, médicos, anticuarios, esposos fieles, Boadicea, fantasmas y maestros. Pero es en el segundo texto incluido en este volumen -"Un ensayo sobre la pintura cómica"- donde brilla la capacidad crítica de Grose. Su análisis lleva a definir la risa como resultado de cualidades inapropiadas y defectos de poca importancia -los graves, dice, hacen llorar y no reír-: es el soldado cobarde, el músico sordo, el bailarín chueco o el viejo presuntuoso. El efecto cómico del anacronismo, del absurdo, de la representación de la imposibilidad, aunque universales, advierten también sobre la fecha de caducidad de ciertos trazos.
El notable estudio introductorio firmado por José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski -traductores también de los textos a partir de la versión francesa de 1802- despliega una reconstrucción detallada de los orígenes de la caricatura en el siglo XV para argumentar su total transformación en el momento en que Grose redacta su análisis. [...] Grose -y aquí Burucúa y Kwiatkowski evocan el análisis de Ernst H. Gombrich- encarna los efectos del ingreso del liberalismo en la lógica de lo político: es ahora tiempo de mantener la risa bajo control, no sólo al poder. El carnaval había sido ya fatalmente desactivado.

título de la nota: José Emilio Burucúa: "En materia de caricaturas no hay corrección política que valga"
autor de la nota: Pablo E. Chacón
medio: Clarín - Revista Ñ - Argentina
fecha: 7/16/2012

extracto
Historiador del arte y especialista en el arte del Medioevo hasta nuestros días, José Emilio Burucúa publicó Principios de la caricatura. Seguidos de un ensayo sobre la pintura cómica (Katz Editores), un tratado del anticuario y dibujante británico Francis Grose publicado en París en 1802, adquirido por la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuyo original se conserva en el tesoro de la Facultad de Filosofía y Letras de esa casa de estudios. El especialista, a punto de un largo viaje a Alemania, trabajó en la traducción y el estudio introductorio al volumen junto a otro historiador, Nicolás Kwiatkowski.
***
- ¿Cómo nace este proyecto?
- Siempre nos interesó, a Nicolás (Kwiatkowski) y a mí, el dibujo, la caricatura, la cuestión de la risa. Así que las autoridades de la universidad nos encargaron la traducción del texto de Grose y la preparación de una introducción que no hubiera sido posible sin la estrecha colaboración de Laura Malosetti Costa y de Marcela Gené, una especialista en caricatura política argentina durante los 40 y 50. Nosotros dos, entretanto, tradujimos a partir de una edición antigua, de 1802, pero controlamos todas las ediciones de la época. A partir de un viaje que hizo Nicolás a Harvard, que coincidió con uno mío al Instituto Alemán de Historia del Arte, en Florencia, donde buscaba material sobre el problema de la risa en las artes visuales. Así nació este texto.
- Parece que es un libro clave...
- En efecto. Este libro es un hito en la reflexión sobre la caricatura. También hay una obra muy importante de (Charles) Baudelaire dedicada al tema. Y en el siglo XX, está (Georg) Grosz, que se dedicó mucho a la cuestión. La introducción estudia los antecedentes del volumen en el terreno de la caricatura. Pensemos que la caricatura es una invención de fines del siglo XVI y comienzos del XVII, en el marco de la escuela de Bolonia, y sobre todo, en el taller del gran Annibale Carracci y sus parientes, Ludovico y Agostino.
- La caricatura, ¿desde su origen cumple ese papel burlón, satírico que tiene ahora?
- Seguro, cierto. Es un poco la misma función. Con componentes de parodia, burla, sátira. La caricatura es la captación de un carácter, de una "personalidad" en muy pocos trazos, que además tienen un valor de retrato, que hacen reconocible al personaje retratado. Aparentemente todo empezó con caricaturas que se hacían entre los miembros del taller. Annibale con sus hermanos; sus discípulos con sus maestros, etcétera. De ese material es muy poco lo que se ha conservado. Pero las fuentes escritas son claras. A partir del siglo XVII empezó a difundirse el dibujo caricato, es decir, cargado; cargado de expresividad y de burla: ese es el dibujo caricato, y de ahí, caricatura.
***
- La caricatura nunca fue considerada un gran arte...
- La caricatura siempre fue un divertimento, nunca fue considerada un gran arte. Pero de la caricatura nace, por ejemplo, el cartoon, la tira humorística: un personaje como Mafalda viene de la caricatura. Y la verdad, no conozco ninguna historia del arte argentino que haya incluido a Quino entre nuestros grandes artistas. Y creo que se merece más de un capítulo. Hablo de Quino porque es universal, célebre. Mafalda casi es un ícono de la civilización contemporánea. Si usted habla de Mafalda en China, los chinos saben quién es Mafalda. Y hay más. Nombro dos: Sábat, por supuesto. Y Copi, que era caricaturista, guionista, dramaturgo, dibujante, escritor, un tipo de una irreverencia genial, inigualable.

título de la nota: Principios de la caricatura
autor de la nota: Fernando Franco
medio: Arte y Parte - España
fecha: 10/1/2011

extracto
De las muchas finalidades que se le pueden adjudicar a la caricatura, la primigenia y más importante es mover a la risa al espectador. Cuáles son los recursos para que la contemplación de una pintura o un dibujo genere esa reacción, cuál es la fórmula de la comicidad, han sido objeto de interés en mayor o menos medida desde hace siglos. En el amplio y profundo estudio introductorio que prologa el presente libro, podremos encontrar al respecto un recorrido histórico sobre la imagen cómica y su utilidad desde la Italia del Quattrocento hasta la Inglaterra de finales del siglo XVIII. Será en 1788, durante el período de máximo esplendor de la caricatura político-social inglesa, cuando vea la luz el texto titulado Principios de la caricatura de Francis Grose, si bien la edición que nos ocupa se basa en la traducción al francés publicada en 1802. Dividido en dos partes, Grose desgranará en la primera apoyado en una serie de magníficas ilustraciones, un recetario de sencillas soluciones geométricas para ejecutar caricaturas de retratos. Sin embargo, será en el "Ensayo sobre la pintura cómica" donde podamos encontrar una síntesis de su concepción de la imagen satírica. Una sátira que ha de ser amable, educativa, sin crueldad, sin estridencias. Los defectos son sutiles, la risa es controlada. Porque solo mediante la previa asunción y constatación de que a cada época le corresponde un tipo de risa, es como podremos servirnos de la caricatura como fuente para el conocimiento del contexto cultural, político y social de un período histórico. Y la risa de Grose no es la risa de Baudelaire. Tiene desactivado el componente carnavalesco, de creación fabulosa, de falta de sentido común, de violencia casi satánica. Lo grotesco. El carácter plenamente humano. Es el burgués que se permite reír, pero no carcajearse a pleno pulmón. Que ha entrado en el zaguán de la modernidad, pero aún no se ha decidido a colgar su sombrero en el perchero.

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